sábado, 29 de enero de 2011

Las Veinte Verdades del Kirchnerismo

El otro día alguien empezó a subir en Twitter propuestas para las "Veinte Verdades" del kirchnerismo, en obvia parodia a la misma cantidad de frases vacías que supuestamente guían el accionar del peronismo. A continuación les dejo varias de ellas, combinadas con otras de humilde cosecha propia, en un intento de sistematizar los principios orientadores del kakismo.
  • 1. La verdadera democracia es aquella donde el gobierno hace lo que quiere y defiende un solo interés: su patrimonio.
  • 2. El Kirchnerismo es esencialmente clientelar. Todo miembro del aparato que no acarrea clientes es un lector de Clarín.
  • 3. El Kirchnerista trabaja para el Patrimonio. El que en su nombre se queda con un vuelto sin pasar para arriba, acaba escrachado en 6-7-8.
  • 4. No existe para el Kirchnerismo más que una sola clase de hombres: los chupamedias.
  • 5. En la Nueva Argentina el subsidio es un derecho que crea el caudal electoral y es un deber, porque es justo que cada uno vive a Kristina si quiere seguir cobrando el Plan Rascar.
  • 6. Para un Kirchnerista de bien, no puede haber nada mejor que un Testaferro.
  • 7. Ningún Kirchnerista debe sentirse mas de lo que es, ni menos de lo que debe ser: una fuente de ingresos para Ella y Él (que camina entre nosotros). Cuando un Kirchnerista comienza a sentirse mas de lo que es, pierde la comisión.
  • 8. En la acción política, la escala de valores de todo Kirchnerista es la siguiente: 1º la guita; después, la guita; y luego, la guita.
  • 9. La política no es para nosotros un fin sino sólo el medio para el bien de nuestro patrimonio, que es la felicidad de Máximo y Florkey.
  • 10. Los dos brazos del Kirchnerismo son la inflación y la caja. Con ellos damos al Pueblo un abrazo de pobreza y hambre.
  • 11. El Kirchnerismo anhela la fragmentación Nacional y la lucha. Desea mártires para pagarle comisiones a mamá Hebe y Estelita.
  • 12. En la Nueva Argentina los únicos privilegiados son los funcionarios y los que le pagan peaje a De Vido.
  • 13. Un Gobierno sin doctrina es un cuerpo sin alma. Por eso el Kirchnerismo tiene un modelo: Página en construcción.
  • 14. El Kirchnerismo es un malabarismo entre el robo y la mentira: toma la improvisación como estrategia y la charlatanería como fundamento.
  • 15. Si hay miseria, que no se note.
  • 16. Si querés hacer algo, hablá con Julito que te va a decir cuánto tenés que poner.
  • 17. La única verdad es el relato del poder, la realidad que refleja la prensa solo sirve para complicar la rapiña.
  • 18. Queremos una Argentina socialmente progre, económicamente nuestra, y políticamente bananera.
  • 19. Constituimos un feudo centralizado, una rapiña organizada y un pueblo ordeñado.
  • 20. En esta tierra lo mejor que tenemos son los hoteles.

sábado, 22 de enero de 2011

Un favor desaprovechado

Sin ánimo de entrar en crueldades, creo que lo mejor que le pudo pasar a la oposición es que muriera Néstor Kirchner en el momento en que lo hizo. Quizás no sea lo mejor para la oposición en sí misma, o para algunos de los capangas opositores de manera individual, pero sí lo es para la oposición en tanto que parte de la Argentina.

¿A qué voy con esto? ¿Por qué sostengo que fue algo bueno si lo único que hizo la muerte de Kirchner fue dejar a la oposición dispersa, desorientada y perdida en una nube de pedos más espesa que la habitual?

Porque la oposición que existía antes de la muerte de Néstor era una que sólo se concebía a sí misma como "anti-Néstor", no como un proyecto alternativo de gobierno. Dirigentes como Julio Cobos crecían únicamente por el "efecto Gandhi" de recibir los bifes cotidianos del difunto kapanga y tenían identidad y entidad política sólo a partir de posicionarse contra Néstor, y en momentos en que a Néstor le iba mal (como le iba al momento de estirar la pata), mejoraba la situación de estos opositores.

Bueno, todo eso se terminó el día del censo. Ya no sirve de nada definirse respecto de un tipo que ahora se dedica a empujar margaritas para arriba.

Tanto mejor para todos que sea así, porque de todas maneras iba a pasar si Kirchner seguía vivo y perdía (como parecía que lo iba a hacer) las presidenciales de octubre. La gran diferencia, y la gran desventaja para todos nosotros, es que esta confusión y dispersión en la niebla de la flatulencia que viven los opositores hoy en día les iba a llegar estando a cargo del Gobierno. Igualito a lo que le pasó a la Alianza, creada únicamente para reventar a Menem y que perdió cualquier clase de cohesión una vez liquidado el cotur.

Ahora los muchachos van a tener que calentarse por armar algo coherente, cosa que se les hace difícil. Pero qué se le va a hacer, es lo que tienen que hacer si quieren ganar las elecciones. Y viendo que en estos días parecen tener problemas en enfrentarse a un gobierno corrupto e incompetente que sufre una escalada inflacionaria, una ola de delincuencia y escaseces surgidas de sus propias políticas, no lo están haciendo muy bien.

En última instancia, todo es una experiencia para la sociedad argentina. Si la oposición sólo propone kirchnerismo bajas calorías, perderá contra el producto original. Si la oposición no se cansa de demostrar que no puede manejar ni un karting, no le van a dar ni siquiera eso para que manejen. Y si nosotros tenemos que soportar otros cuatro años a cargo de la viuda bipolar para asimilar de una vez las consecuencias nefastas del populismo, la demagogia y la incompetencia, tendremos que soportarlos y aprender, porque no parece que tengamos interés en merecer algo mejor.

(OK, créanme que cuando pensaba este artículo, sonaba mucho más coherente en mi cabezade lo que terminó siendo en el bloc de notas... mil disculpas les pido.)

sábado, 15 de enero de 2011

¿Y si votamos menos seguido?

Viendo la especulación precoz que hay en todos lados respecto de los candidatos a las presidenciales de octubre, se me ocurrió pensar que uno de los grandes obstáculos que tenemos en Argentolandia para llegar a políticas de Estado, a la continuidad de la obra de gobierno y a un pensamiento sostenido a largo plazo es que tenemos demasiadas elecciones.

¿No me creen? Con las presidenciales cada cuatro años y las de mitad de mandato también cada cuatro pero intercaladas con las otras, cada año impar es un año electoral en este país. Tratar de mechar las elecciones provinciales y porteñas en un esquema coherente es invitar al surmenage. La Argentina que no tiene el lujo de desperdiciar nada se da el gusto de malgastar por lo menos uno de cada dos años en paralizarlo todo porque los señoritos políticos se fascinan con las elecciones y en huevadas asociadas tales como las primarias, los adelantamientos, los desdoblamientos y demás payasadas.

¿De qué sirve gastarse en pensar cosas de largo plazo que no van a dar resultado hasta dentro de tres o cuatro años si se nos vienen las elecciones se nos vienen? Más vale gastar los mangos que hay en arreglo de veredas, repartija de bicicletas, subsidios a la cría de ladillas o cualquier otra cosa que se pueda hacer rápido, barato y que pueda aparecer en los spots de campaña de las próximas elecciones.

Muchos citan a Uruguay o a Chile como ejemplos de países sudamericanos que lograron consensos y políticas de Estado a largo plazo. Bueno, Uruguay elige a su Presidente y Vice, a todo su Senado y a toda su Cámara de Representantes una vez cada cinco años. Las elecciones departamentales y municipales uruguayas se celebran seis meses después de las nacionales, pero también son cada cinco años. En el caso de Chile, tanto la Presidencia como la totalidad del Senado y de la Cámara de Diputados se eligen una vez cada cuatro años. En ninguno de estos países existen las elecciones de mitad de mandato tal como las conocemos acá.

No digo que a ellos les vaya fantástico porque desempolven las urnas una sola vez cada cuatro o cinco pirulos y a nosotros nos va mal porque vamos al cuarto oscuro año por medio, pero sí me parece que es un incentivo para que los políticos en ejercicio del cargo tengan logros más sólidos para mostrarle a la ciudadanía a la hora de los bifes, y para que los opositores piensen en algo un poquito más a largo plazo que en quedarse con las sillas.

Personalmente soy de la idea de que habría que reacomodar el sistema electoral para reducir el número y frecuencia de los comicios. Puede hacerse yendo a un modelo chileno o uruguayo de renovación ejecutiva y legislativa única y completa cada cuatro o cinco años, con segundas vueltas para todos los cargos. O también puede ser alargando el mandato presidencial a seis años (sin reelección, claro está) y elecciones legislativas cada tres años en donde se renueve medio Senado y toda la Cámara de Diputados, con lo que pasaríamos a tener elecciones cada tres años en vez de cada dos, que sería un mínimo progreso.

Puede argumentarse que se limita la posibilidad de expresar la voluntad popular disminuyendo la cantidad de elecciones, a lo que puede replicarse que existen otros instrumentos para manifestar el descontento con la clase política. En esto soy partidario de la revocación del mandato ejecutivo o legislativo, con limitaciones tales como que se pueda hacer sólo una o dos veces mientras dure el mandato del afectado, como así del sistema parlamentario para que las crisis políticas se resuelvan dándole al Legislativo la posibilidad de formar un nuevo gabinete. Todo esto sólo es cosa de pensar un poquito.

Quién sabe, tal vez con menos elecciones en el horizonte y con más tiempo entre voto y voto, los calientasillas de la Rosada y del Palacio del Congreso finalmente van a ganarse el sueldo que se les paga tan generosamente por tan pobres servicios que nos proporcionan.

sábado, 8 de enero de 2011

Los recursos del Estado

Buenas a todos.

Se ve que debe ser uno de esos períodos del año en donde ando con las defensas bajas, o todavía no me recupero de las Fiestas o algo por el estilo, porque el pozo creativo para estos posts no me anda rindiendo mucho. Ya vendrán tiempos mejores, así que no me preocupo.

De momento, los dejo con otro artículo que me tomé la libertad de traducir y adaptar (sacándole referencias demasiado norteamericanas y cambiando el "liberalismo en sentido yanqui" por "progresismo"), del sitio Doctor Zero.

Espero que les resulte interesante y será hasta la próxima.

¿Cuáles son los recursos del Estado?

La idea central detrás de todas las formas de colectivismo es la creencia de que el Estado está más capacitado para abordar la mayoría de los problemas sociales que los individuos con libre albedrío. El gobierno es moral e intelectualmente superior a sus ciudadanos. Se puede confiar en que actuará en el mejor interés de los ciudadanos, mientras que las codiciosas corporaciones privadas sólo tratarán de aprovecharse de ellos.

¿Qué recursos tiene el Estado para lograr estas nobles metas? Sólo hay uno del que valga la pena hablar. El recurso primordial del Estado es la compulsión.

El gobierno puede ser capaz de ganar algo de dinero mediante tasas por servicios prestados o concesionando propiedades que posee. Resulta ser que la mayoría de los intentos del gobierno de conseguir "ganancias" son fracasos abyectos. Siempre termina usando fuerza compulsiva para subsidiar sus pérdidas, o acomoda el mercado en contra de sus competidores del sector privado. La gran mayoría de sus fondos son recolectados mediante impuestos compulsivos, y su influencia en el mercado es expresada a través de regulaciones y penalidades.

La compulsión es un recurso ejercido exclusivamente por el gobierno. Las entidades privadas no pueden obligar a los consumidores a hacer nada. Ni siquiera Microsoft o Wal-Mart pueden obligarte a hacer negocio con ellos, como les encantaría decir a Apple o Target. Cuando un verdadero monopolio nace, el Estado siempre es la partera, porque la compulsión gubernamental es un ingrediente esencial.

El Estado es la única fuente de compulsión en una sociedad ordenada. Corresponde que el Estado tenga derechos exclusivos para el uso de la fuerza. El propósito de un gobierno es proteger los derechos de sus ciudadanos, y cada aspecto de este legítimo deber, desde la seguridad fronteriza hasta el mantenimiento de la ley, requiere compulsión.

La compulsión es un recurso curioso. Ofrece rendimientos decrecientes. Se ve diluída por el disenso y la resistencia cuando es usada en exceso. A pesar del formidable aparato de mantenimiento de la ley, no se requiere mucha compulsión para aplicar leyes justas contra el robo y el homicidio. La mayoría de los ciudadanos pasan sus vidas enteras sin ser arrestados o investigados por la policía. Se emplea una gran cantidad de fuerza contra los criminales, incluso fuerza letal, pero son sólo un pequeño porcentaje de la población.

Por otro lado, el sistema compulsivo de recaudación impositiva para sostener nuestro gobierno masivo aplica un alto grado de compulsión contra la población. La mayoría de nosotros se encontrará con la oficina de impuestos en algún momento de nuestras vidas.

La resistencia de la población reduce el valor de la compulsión excesiva. Cuando las leyes impositivas fijan tasas altas junto con exenciones diseñadas para controlar el comportamiento de los contribuyentes, éstos alteran su comportamiento para evadir los impuestos más onerosos. Esto significa que las altas tasas nunca traen tantos ingresos como anticipan los políticos, a la vez que provocan consecuencias imprevistas que convierten a la planificación centralizada en una burla.

La simpple lógica nos dice que el Gobierno debe buscar minimizar el disenso y la resistencia para preservar el valor de su único recurso. Los ciudadanos deben obedecer las esclarecidas reglas que fijan sus superiores en la clase dominante, no buscar maneras para evitarlas. Los ricos deben estar contentos de poner su "justa contribución", en lugar de aprovecharse de lagunas legales y tasas especiales, o reestructurar sus negocios para evitar una imposición que castiga. La sabiduría del Estado no debe ser cuestionada en público, porque eso puede provocar más disenso y una pérdida adicional del valor del recurso de la compulsión.

Así es como el progresismo moderno se volvió tan represivo y cerrado. La reverencia por la superioridad mental y moral del Estado significa que un progresista debe también suprimir y denunciar la resistencia a las leyes y pronunciamientos del Estado, o de lo contrario el recurso crucial que se necesita para alcanzar los magníficos objetivos del Estado se marchitará y agotará. Esos objetivos no son sugerencias. Porque el progresismo requiere de una fe completa en la superioridad del Estado, se ha convertido en una devoción casi religiosa por la fuerza compulsiva.

sábado, 1 de enero de 2011

Feliz 2011 para todos

Así que, bueno, empieza otro año más. ¿Qué se puede decir, qué se puede pedir, qué se puede opinar al respecto?

No mucho. Por mi parte, me doy por bien servido si este año 2011 que empieza nos trae a los argentinos un poco más de cordura, un poco más de sensatez y de buen ánimo, y que cuando llegue el 2012 podamos ver un país mejor y más vivible en el que todos nosotros podamos trabajar para mejorarnos y a la par de eso, mejorar al país.

Para la clase política no hago pedidos porque no espero milagros. Es año de elecciones, además.

Para todos ustedes que pasan por acá regularmente, de tanto en tanto o cuando en los fúnebres aparece el fallecimiento de algún obispo, les deseo que este año sea fructífero y próspero, tanto para ustedes como para los suyos, tanto en lo material como en lo espiritual y en lo personal.

Que sigan los éxitos y bienvenidos a este nuevo año.
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