sábado, 30 de agosto de 2008

Una nueva Constitución (3): "No pregunten qué puede hacer su país por ustedes..."

La segunda parte de mi proyecto de Constitución trata sobre algo que personalmente creo que es muy necesario de remarcar: una serie de deberes constitucionales para la ciudadanía.
Con sólo escuchar a cualquier argentino promedio, daría la impresión de que lo único que tenemos son derechos. Derecho a protestar, derecho a manifestar, derecho a un estándar de vida digno, derecho a un ambiente limpio, derecho a... podría seguir enumerando durante más tiempo, pero creo que con eso basta como ejemplo.
Y está perfectamente bien que todos los habitantes del país tengan derechos, que nadie piense lo contrario. Es como debe ser. Los tenemos en virtud de nuestra condición humana y deben ser respetados por el Estado en todo momento, ya que no creamos al Estado para que sea soberano sino para que proteja esos mismos derechos y evite el abuso de los mismos.
Pero tiene que haber algo más en la relación del ciudadano con la sociedad que un simple "dame lo mío".
Un ciudadano que espera beneficios y protección de parte de una sociedad conformada por el resto de sus pares, debe aceptar que con los beneficios vienen obligaciones que no pueden ser ignoradas. Algunas de ellas surgen del simple hecho de vivir en sociedad, otras tienen que ver con las exigencias de sostener un Estado moderno, y otras se derivan del respeto a los derechos de los demás.
Si en este proyecto pongo primero los deberes antes que los derechos, es porque me parece que primero hay que tener muy en claro a qué nos comprometemos al integrar un pacto social, antes de perderme en los beneficios del mismo. Quizás de esa manera, podamos apreciar mejor qué responsabilidades conlleva vivir bajo leyes que resguardan nuestros derechos, en lugar de exigir y exigir como si el Estado fuera un cofre sin fondo.
Los tres deberes fundamentales que considero que deberían constar en una nueva Constitución son los siguientes:
  1. Deber de acatar las leyes del Estado.
  2. Deber de defender la Patria y la Constitución.
  3. Deber de pagar impuestos.

1) Con el primero de estos deberes, quiero significar que los habitantes están obligados a acatar las leyes dictadas de acuerdo a la Constitución: una sociedad no puede funcionar cuando sus ciudadanos deciden qué leyes van a obedecer y qué leyes van a ignorar. Esto puede parecer una obviedad, pero en la Argentina de estos días, suena casi reaccionario decirlo.

De este deber se desprende otro que creo necesario especificar: la obligación de los ciudadanos de prestar asistencia a las autoridades legítimas en el mantenimiento del orden y la represión de la delincuencia. Por supuesto que tal colaboración jamás puede ser exigida en violación de los derechos constitucionales que pudieran ser afectados (por ejemplo, no obligaría a alguien a prestar testimonio en su propia contra, etc.); simplemente busca enfatizar que el mantenimiento del orden no es únicamente una responsabilidad del Estado sino un deber de todos los integrantes de la sociedad.

Pero, como siempre hay un pero, de este deber se extrae también una salvedad: ningún ciudadano está obligado a obedecer las leyes surgidas de un Gobierno inconstitucional, ya sea porque hubiera asumido el poder por medios contrarios a la Constitución, o porque habiendo sido elegido de acuerdo a la ley, permanezca en el poder violando la Constitución y los principios republicanos. Contra estos gobiernos ilegítimos, la desobediencia a las leyes está justificada.

2) Así como los ciudadanos deben obedecer las leyes y mantener el orden interno, también deben prestar los servicios que resulten necesarios para la protección del país frente a una amenaza exterior. Si bien sostengo que el servicio militar debe ser estrictamente voluntario (en tiempo de paz), esto no quita que en situación de guerra pueda exigirse a la ciudadanía la prestación de servicios militares. Si los argentinos quieren disfrutar de los derechos que consagra su Constitución, entonces deben estar dispuestos a defender esa Constitución frente a un enemigo exterior, mediante el uso de las armas.

3) Y también deben estar todos obligados a sostener a ese Estado, del que esperan respeto y protección de los derechos de todos, mediante el pago de aquellos impuestos sancionados por los poderes legislativos correspondientes, de acuerdo a lo que fija la Constitución. A tal punto debe ser obligatorio el pago de impuestos que yo consideraría muy seriamente privar del derecho de voto a los evasores fiscales. No quiero sonar como una de esas campañas de "cultura tributaria" de AFIP, pero creo que el evadir las contribuciones que todos los argentinos tienen que pagar debe convertirse en un acto con consecuencias gravísimas.

Pero no hay que olvidarse de que un impuesto, por sobre todas las cosas, es una privación de la propiedad de cada uno. Es algo que el Estado nos quita a todos para financiar actividades y servicios que deben ser en beneficio de todos. Semejante poder sobre la propiedad privada no puede estar entregado alegremente, sin que se le impongan las restricciones más estrictas posibles. De estas restricciones voy a hablar en otra entrega.

Baste decir que el deber de pagar impuestos no se aplica a aquellas contribuciones que impongan cargas excesivas, confiscatorias o inconstitucionales, o que hayan sido fijados por otros métodos y poderes que no sean los prescritos por la Constitución, o que hayan sido establecidos por autoridades ilegítimas y usurpadoras del poder. En estos casos, me atrevería a decir que la resistencia fiscal es casi un deber.

Un apartado especial.

Dejo para el final una pequeña cuestión. La Constitución original asimiló la experiencia de Rosas en su Artículo 29, que convirtió el acto de otorgar "la suma del poder público" en traición a la Patria. La experiencia histórica argentina durante el siglo 20 y lo que va del 21, aún sin llegar a lo explícito del gobierno de Rosas, ha visto a este artículo burlado en demasiadas oportunidades por vía de las "delegaciones de poder", "facultades extraordinarias", "decretos de necesidad y urgencia", y tantas otras tramoyas inventadas para permitirle al Presidente de turno gobernar sin tantos inconvenientes.

Y así como los constituyentes de 1853 aprendieron de su historia, si se llega a una nueva Constitución, deberemos hacer lo mismo.

Es por esto que propongo que la Traición a la Patria comprenda las siguientes acciones:

  • El apoyo y auxilio a agentes y fuerzas de un gobierno enemigo.
  • El espionaje o servicio armado en una invasión extranjera.
  • La colaboración con una autoridad extranjera de ocupación.
  • La sanción (aún siguiendo los procedimientos constitucionales) de cualquier ley, norma o disposición que:
  1. Otorgue facultades extraordinarias en una situación que no sea de extrema urgencia.
  2. Vulnere el mutuo control y separación de los poderes.
  3. Confiera a un poder dominio y control sobre los demás.
  4. Conceda la suma del poder público a una persona u órgano.
  5. Otorgue supremacías o sumisiones que pongan la vida, la propiedad y las libertades de los argentinos bajo el poder de un órgano o persona.
  6. Pervierta la sucesión constitucional de las autoridades de la República.

(En estos casos, serán traidores a la Patria todos los que propongan, formulen, consientan, aprueben, firmen o implementen estas normas).

  • La colaboración de agentes públicos a agrupaciones subversivas que busquen el derrocamiento del Estado y de las autoridades constitucionales.
  • La conspiración, atentado o alzamiento que busque usurpar el Gobierno Federal o el de alguna provincia del país.
La pena por traición es algo que debe quedar en manos de quienes hagan las leyes, pero si de mí dependiera, preferiría que fuera algo bien saladito. Como para impresionar con el ejemplo.
La próxima, vamos a los derechos constitucionales: veamos qué es lo que tenemos que esperar que proteja el Estado.

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sábado, 23 de agosto de 2008

Un bocadito para el sábado.

Leí por ahí en días pasados que el Ministerio de Educación de la Ciudad piensa hacer que en las escuelas donde haya tomas por parte de los alumnos, las clases perdidas se recuperen en diciembre o los sábados.
Qué quieren que les diga... me parece que está más que bien. Si los estudiantes apelan a esos medios, que se atengan a las consecuencias.
Al margen de que es indispensable que las escuelas públicas estén en las condiciones más adecuadas posibles, hay que recordar que las escuelas públicas son pagadas por todos y están para proveer educación, no para dar entrenamiento en militancia política.
Se supone que tienen que formar a las próximas generaciones de argentinos, no transformarlos en la siguiente camada de sindicalistas de Aerolíneas.

Una nueva Constitución (2): ¿Qué es el Estado?

En el artículo de esta semana, voy a tratar lo que a mi juicio debería ser la Primera Parte de la nueva Constitución.
En esta parte debe estar definida la naturaleza del Estado Federal y del gobierno de la Argentina, así como el lugar que ocupa la Constitución en el sistema nacional, las relaciones entre el Estado y la Iglesia, y las funciones principales para las que se instituye el Estado Federal.
Esta parte es más bien declarativa, y sirve para enumerar, junto con el Preámbulo, los fines y obligaciones fundamentales que debe tener el Estado creado por la nueva Constitución. Es, en suma, una descripción de cuál es la naturaleza del Estado Federal que la Argentina debería tener.
Después de cada punto, voy a poner comentarios al respecto. No es mucho esta vez, pero algo es algo.

* Estado Federal: Una federación independiente constituída por provincias y ciudades autónomas iguales en derechos y prerrogativas, con instituciones federales encargadas de los intereses comunes de toda la ciudadanía.
Lo de la igualdad de derechos y prerrogativas es para que de una vez por todas la Ciudad de Buenos Aires deje de tener esa dependencia estúpida que mantenemos con el Gobierno nacional. Los ciudadanos de Buenos Aires tienen que tener en su ciudad la misma autonomía de la que gozan en todas las demás provincias. En mi opinión, la única diferencia que debe tener la Ciudad con cualquiera de las provincias es que acá no hay campo y que al titular del Ejecutivo no se lo llama "gobernador".
Y lo mismo si el día de mañana Rosario, Córdoba o cualquier otra gran ciudad consigue su propia autonomía.
* Forma republicana de gobierno: división, independencia y mutua responsabilidad de los tres poderes, y periodicidad en el ejercicio de los cargos.
Podrá parecer obvio y simplista mencionar esto, pero mientras más veces se repita qué significa ser una república y que implica mucho más que no tener un rey coronado e ir a votar cada dos años, tal vez entre con más fuerza la idea en las cabezas de las personas... a ver si de una vez por todas se nos va lo caudillista y entendemos lo nefasto de tener un congreso de chupamedias y una justicia de acomodaticios.
* Gobierno representativo: Las funciones públicas son ejercidas por los representantes libremente elegidos de la ciudadanía; se considera sedición toda autoatribución de los derechos de la ciudadanía por parte de un grupo, armado o no.
El Artículo 22 de nuestra actual Constitución es uno de los más sabios que existen, y no está de más reafirmar sus principios a la luz de tantas cosas que se andan diciendo en estos días.
* Separación entre Iglesia y Estado: no puede haber religión oficial, creación de una religión por parte del Estado, limitación de la práctica religiosa o imposición de preceptos religiosos a la ciudadanía, exigencia de fe determinada para el ejercicio de los cargos públicos, imposibilidad de prohibir prácticas religiosas excepto que sean inconciliables con los derechos, deberes y libertades fijados por la Constitución, prohibición del sostenimiento económico o reconocimiento de prerrogativas especiales, prohibición de la interferencia estatal en las prácticas religiosas, prohibición a los funcionarios de servir como ministros ordenados de cualquier culto y a éstos de presentarse a cargos electivos sin previa dispensa de las autoridades religiosas, y facultad del Estado federal de firmar concordatos con instituciones religiosas exclusivamente en lo referido a la práctica de dicha religión.
En lo personal, creo que a la Iglesia Católica le haría muy bien sacarse de encima a ese salvavidas de plomo que es el Estado Nacional, sin mencionar que la necesidad de seguir teniendo una relación especial entre Estado e Iglesia ya no existe. Así, la Iglesia dejaría de prestarse a las críticas usuales y malintencionadas de los de siempre, y podría defender sus posturas con mayor independencia y sin estar sujeta a la pre$ión usual del Estado.
* Supremacía constitucional: la Constitución, las leyes aprobadas en consecuencia y los tratados internacionales son ley suprema de la Argentina, nulidad insanable de cualquier legislación contraria independientemente de la legalidad del procedimiento, control de constitucionalidad a cargo del Poder Judicial, obligación del Estado Federal de respetar y cumplir los tratados internacionales de los que sea parte.
La Constitución es la Ley Suprema. Nada nuevo, pero no viene mal reafirmarlo.
* Deberes fundamentales del Estado Federal: el gobierno y legislación de los asuntos de interés común a todas las provincias de la República que no puedan ser gestionados más eficientemente por ellas, la provisión de una defensa común de la independencia, soberanía e intereses vitales de la Argentina mediante Fuerzas Armadas, la conducción de las relaciones internacionales de la República, la regulación del comercio exterior, el arbitraje de controversias que trasciendan los límites de una provincia, la provisión de instancias de apelación a los fallos de las justicias provinciales, el conocimiento de causas reservadas por la Constitución al Estado Federal, y cualquier otra función que no pueda ser mejor administrada por las provincias, con el consentimiento del Parlamento.
Para evitar que un nuevo Estado nacional se transforme en un pulpo incontrolable como el que tenemos actualmente, una nueva Constitución debe listar muy claramente cuáles son las facultades que le corresponden y los fines a los que sirve. Básicamente, necesitamos un Estado Federal que se ocupe de aquello que sea de interés común a todas las provincias, específicamente: la defensa nacional, la legislación de los asuntos comunes, la solución de disputas que excedan a una provincia, las relaciones internacionales y el comercio exterior del país. Si hay que agregarle alguna otra, esa debería salir por decisión del Legislativo y no ser simplemente "asumida" por el Ejecutivo.
La próxima, vuelvo con algo que a mi juicio le falta a nuestro actual sistema: un listado de deberes constitucionales.
Es que no todo en la vida pasa por tener derechos.
Hasta la próxima.

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sábado, 16 de agosto de 2008

Una nueva Constitución (1): Planteando el tema.

La Constitución Nacional está muerta. Si no lo está, entonces está agonizando.
Tuvimos una sucesión presidencial matrimonial (una reelección encubierta en realidad, visto cómo están las cosas ahora), un intento de legislar en materia impositiva mediante una resolución ministerial, una ley aberrante que le permite al Ejecutivo reasignar partidas presupuestarias y un sistema de decretos de necesidad y urgencia sin control, entre otras perlas que hacen que de "República" la Argentina sólo tenga el nombre.

Eso no es todo: el derecho a la propiedad que la Constitución consagra queda como ficción cada vez que el Gobierno toquetea los impuestos o decide alguna de sus periódicas megaconfiscaciones, la autonomía provincial es una broma gracias a los ATN y a un sistema perverso de coparticipación federal, y la igualdad e independencia de los tres poderes ni siquiera puede ser tomada en serio.
Después de estos últimos años, creo que el problema no se limita a que se respete o no lo que dicta la Constitución: me parece que el mayor problema que tenemos es que la experiencia histórica de la Argentina ha hecho de la Constitución un instrumento obsoleto y contraproducente tal como es ahora.
Entonces, ¿qué queda?
Tratar de tomar la experiencia histórica nacional y a partir de eso, pensar una nueva Constitución que nos permita encarar el futuro con un instrumento adecuado que permita el efectivo gobierno del país sin caer en los clásicos y eternos abusos: el hiperpresidencialismo, el sometimiento de los otros poderes, el unitarismo de facto y tantos otros.
La Constitución de 1853 fue pensada para crear un Estado nacional fuerte que pudiera evitar la anarquía caudillista que dominó a este país hasta aquel momento; la nueva Constitución, creo yo, deberá crear un Estado nacional limitado que no se imponga groseramente sobre las provincias, que fomente la división de poderes, y que no tienda a concentrar el poder en una única persona o en una camarilla limitada.
¿Qué debe tener una nueva Constitución nacional? Hay varios temas, pero en este artículo quiero tratar sólo dos, por el momento y a modo de introducción: los poderes Ejecutivo y Legislativo.
Lo primero debe ser, inevitablemente, cambiar radicalmente la naturaleza del Poder Ejecutivo para que deje de concentrar el poder y preeminencia que tiene actualmente. La Presidencia debe volver a tener un período de duración de seis años sin posibilidad alguna de reelección, y sus poderes en cuestiones de administración interior deberán ser recortados en favor de un Primer Ministro responsable ante la Cámara baja, que deberá ser nombrado por una mayoría de los diputados y removido de igual manera. El Gabinete de ministros deberá ser nombrado por el Presidente a propuesta del Primer Ministro, y necesitará de la confirmación del Senado, cámara ante la que será responsable cada uno de los ministros.
El Congreso Nacional deberá ser convertido en un verdadero Parlamento capaz de sostener su independencia y autonomía frente al Poder Ejecutivo, a la vez que no pierda la representación que la Constitución le asigna a cada una de sus Cámaras (el pueblo de la Nación en Diputados, las provincias en el Senado). La Cámara de Diputados deberá dejar de ser elegida mediante listas para pasar a un sistema de circunscripciones uninominales (que incluyan la posibilidad de revocar el mandato del diputado mediante referéndum), y ejercerá el control sobre el Ejecutivo mediante la designación o censura del Primer Ministro.
Por otro lado, el mecanismo de elección de los senadores deberá ser transformado para que éstos reflejen lo más exactamente posible la relación de fuerzas políticas en su provincia de origen: Para esto propongo un sistema en donde cada provincia siga eligiendo tres senadores; uno en la misma boleta que el gobernador y el vice, mientras que los otros dos deberán surgir de las elecciones a las legislaturas provinciales, con un senador nacional por el bloque mayoritario en la Legislatura y otro por la primera minoría. Así como Diputados controla al Ejecutivo mediante la designación y remoción del Primer Ministro, el Senado lo hará con la confirmación o destitución de los ministros individuales.
Y después hay más cuestiones a ser resueltas: el Poder Judicial, la naturaleza de los impuestos, los derechos, deberes y garantías de la ciudadanía, la autonomía provincial y municipal en un verdadero sistema federal...
Todos esos serán temas para futuros artículos, al igual que los dos que ya mencioné anteriormente sobre el Ejecutivo y el Legislativo, sobre los que pienso desarrollar más adelante las características que creo que deben tener. En esos artículos, que irán apareciendo aquí en La Bestia cuando sea posible, quiero poner ante ustedes una idea personal sobre cómo puede Argentina aprovechar las lecciones aprendidas durante sus casi doscientos años de historia para crear un sistema institucional que evite los abusos del pasado y haga que el Estado deje de ser un obstáculo para el desarrollo del país.

Espero que la propuesta les parezca interesante.

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jueves, 14 de agosto de 2008

Lo Lamento 2

A raíz del artículo de Mayor Payne "Juventud, Divino Tesoro", hice un comentario totalmente fuera de lugar. Quiero pedir mis más sinceras disculpas al respecto.

Sin embargo, sería muy hipócrita de mi parte retirar mi visión crítica respecto de la mentada agrupación.

Por un lado no estoy de acuerdo con su visión de juzgar a los genocidas, simplemente porque creo que deben juzgar a los genocidas y a los guerrilleros, a TODOS ellos sin privilegios.

Porque concuerdo con ellos que la década del 70 nos dejó un yugo muy difícil de levantar el "no te metas" y hoy todos los jóvenes directa o indirectamente somos víctimas de eso. No estoy de acuerdo con que ese "no te metas" sea exclusiva culpa de la Dictadura Militar, sino también de aquellas personas que lograron que se identificara la militancia con la lucha armada (recomiendo enfáticamente ver la nota de Martín Caparrós "El peor acuerdo" http://www.criticadigital.com.ar/index.php?secc=nota&nid=7995).

No entiendo como una agrupación puede tener en sus bases la afirmación de que bregan por el desendeudamiento del país y apoyar al matrimonio Kirchner al mismo tiempo cuando se sabe que los préstamos de Chavez son muy onerosos para el país en términos de tasa de interés.

Y por último, lamento leer que la agrupación haya sumado a Máximo Kirchner posteriormente a su creación. Subjetivamente o no, considero que más allá de sus buenas intenciones setentistas, en el buen sentido de la palabra de querer una sociedad más justa y equitativa, el matrimonio y los que los rodean nos han demostrado que están embarrados de corrupción y necedad.

Nuevamente pido disculpas por mi comentario anterior y publico este artículo como una forma de mostrar que detrás de esa ofensa, considero tener una opinión crítica un tanto más fundamentada.

miércoles, 13 de agosto de 2008

Lo lamento

Visto desde la distancia, creo que es necesario por respeto a todos, que me ponga en este lugar y reconozca que estuve mal con mi artículo de este último sábado.

Si ofendí a alguien con lo que publiqué el pasado sábado 09/08/2008, desde ya le pido disculpas. Nunca fue mi intención herir u ofender a nadie, y lamento mucho si así se tomó la nota. Para lo que sirva, les aseguro que no lo hice con mala leche o con ganas de lastimar a nadie, menos todavía a la ex compañera a la que hice referencia en la nota.

Al margen de mis opiniones hacia el Gobierno y sus organizaciones allegadas, quiero decir que no publiqué la referencia a mi ex compañera por bronca o rencor, o por ganas de embarrar la cancha, sino como consecuencia de la más absoluta sorpresa que sentí ante lo que había encontrado.

Una vez más, les pido mil disculpas a todos, en especial a Laura, si es que leyó esto.

Les mando un saludo grande a todos, y hasta la próxima.

sábado, 9 de agosto de 2008

Juventud, divino tesoro.

Cada vez que leo algo sobre "La Cámpora", tiendo a preguntarme para qué existen organizaciones como esas.
Durante mucho tiempo, yo pensé que además de su labor natural de ser semilleros para los partidos políticos, las ramas juveniles eran muy útiles a la hora de las elecciones para decir lo que los candidatos se abstenían de decir. Las campañas electorales agresivas al estilo de EE.UU., en donde se lanzan spots que atacan directa y personalmente al candidato contrario, nunca tuvieron mucho éxito acá en la Argentina, vaya uno a saber por qué.
Pero de cualquier manera, siempre aparece algún aviso que juega con slogans agresivos pensados para ponerle un poquito de picante a la campaña, y esos avisos siempre vienen firmados por la rama juvenil del partido en cuestión. Un ejemplo clásico es el "Macri es Menem" de las elecciones porteñas de 2003 (que vaya a saber uno qué quería decir), que llevaba la firma de "Juventud de Fuerza Porteña".
Las ramas juveniles, entonces, además de servir para que los pichones de políticos hagan sus primeras armas en el negocio (caso "Franja Morada" y la JP cuando no se dedica a tirotear o hacer de patota), también son útiles para decir lo que los políticos más veteranos no quieren decir.
Pero la Cámpora... Dios mío, qué criatura más incalificable...
La primera vez que escuché de ese grupo, lo tomé como un simple sello de goma para facilitarle a Máximo K el ingreso en el negocio familiar de la política y nada más. ¿Cómo tomar en serio a un grupo que con su nombre homenajea a uno de los presidentes más insignificantes de la historia argentina, al punto de que su condición de "chirolita" no sólo no era refutada sino que se la aplaudía como virtud?
¿Algún mensaje subliminal de Máximo acerca de la presidencia de Mami? ¿Algún agradecimiento encubierto al Presidente que soltó a los terroristas y encaramó a los "jóvenes idealistas" de la JP y Montoneros en altos cargos del Gobierno nacional durante su corto pero desastroso mandato?
Dios sabrá por qué.
Al paso del tiempo, la Cámpora pasó de ser el nombre de fantasía de la banda de amiguitos de Máximo K para convertirse en un típico fenómeno perono-kirchnerista: una agrupación partidaria fusionada con el Estado Nacional, más particularmente, con reparticiones como la Dirección Nacional de Juventud. Muchos de los líderes de esta juventud kirchnerista ocupan cargos públicos, como Juan Cabandié (diputado porteño), Mariana Grass (directora nacional de juventud), José Ottavis, y otros más, lo que también nos lleva a preguntar si la redistribución del ingreso que hace el Gobierno con nuestros impuestos ayuda a sostener la "militancia" de estos grupos.
Durante la crisis con el campo, la Cámpora estuvo al frente de todas las grandes maniobras kirchneristas. Ellos fueron los que leyeron comunicados, hicieron pintadas y montaron campañas de protesta contra los medios de comunicación, ellos proveyeron buena parte de la "audiencia" a los actos de Néstor y Kristina, ellos estuvieron en todos los escraches y movilizaciones, ellos pidieron públicamente la cabeza de Cobos cuando el gobierno entero se llamó a silencio, etcétera... y como si fuera poco, ellos intentan ser el aglutinante de toda una masa de "movimientos juveniles" kirchneroides, quizás con miras a sepultar a la vieja Jotapé o al menos, convertirla en una nueva Jotaká.
Entonces, ¿qué es la Cámpora?
Si tuviera que dar una respuesta, diría que la Cámpora representa el esfuerzo de los sectores kirchneristas de "pingüinizar" completamente a las distintas ramas juveniles del peronismo con miras a darle a Máximo Kirchner una posibilidad de alcanzar "por su cuenta", e ir fogueando a la siguiente generación de pingüinistas (una vez que estos están acomodados en algún cargo público) en el manejo de la caja--- perdón, de la cosa pública. Y de paso, los usan como siempre han usado los políticos a las ramas juveniles: para hacer el trabajo sucio y desagradable.
Es la misma historia de siempre. Así usó Perón a la JP y a los Montoneros hasta que se les dieron vuelta.
Así les fue.
Baidewei, acabo de enterarme gracias a la maravilla de Internet que una ex compañera mía de la Universidad no sólo ocupa actualmente un cargo en la Dirección Nacional de Juventud sino que también forma parte de los círculos dirigenciales de las agrupaciones juveniles kirchneristas.
No sé en qué cargo está, pero debe ser importante: no a cualquiera le dejan leer comunicados en los medios de televisión.
Es reconfortante en cierta medida ver que el movimiento Nac&Pop tiene algo de apertura, incluso para con la gente salida de un lugar como la Universidad Católica Argentina.

sábado, 2 de agosto de 2008

Determinismo

Gran reconocimiento a Blogbis por ser el primero en tratar la cuestión.

El pasado martes 29, dijo la Primera Ciudadana en una de sus tantas apariciones públicas:

"Yo no soy "lombrosiana", nunca creí en que los delincuentes nacen delincuentes, esto es de la Facultad, cuando nos enseñaban las teorías de Cesar Lombroso, y que por supuesto siempre descreímos de ellas."

Seguimos completando: ella es hegeliana, kelseniana, peronista, evitista del puño crispado, keynesiana... pero lombrosiana no.

Recordemos que el doctor Cesare Lombroso, uno de los máximos exponentes de la escuela penalista italiana, afirmaba que el delito y la criminalidad eran consecuencia de tendencias innatas y predisposiciones genéticas, manifestadas en rasgos físicos "atávicos" (primitivos) mediante los cuales era posible identificar a un criminal.
En suma: para Lombroso se nace asesino, se nace violador, se nace ladrón, se nace estafador...
En este caso, en principio tengo que coincidir con Cristina: el ser humano tiene en sí la capacidad de ser infinitamente garca y desgraciado, independientemente de la genética y otros factores. No veo por qué haya que achacarle a la genética lo que es culpa de la mala voluntad y de la responsabilidad propia.
Pero, como siempre hay un pero...

Al ver esta galería de notables, no puedo dejar de pensar que quizás el amigo Cesare Lombroso no andaba razonando demasiado lejos del tarro...
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