En respuesta al post que publiqué la semana pasada, varios comentaristas estrellas objetaron mi tesis de que en la sociedad actual no existe el diálogo.
La mejor imágen para entender esa tesis es el programa de televisión
"Indomables". Ahí, cuando Pettinato presenta un tema o una nota, los panelistas salen ferozmente a opinar. Cada uno dice lo que le parece, cada uno da su "impresión" respecto al tema debatido. Cada panelista personifica un papel. ¿Alguien podría afirmar que el Chavo tiene "posibilidades reales" de convencer a los otros panelistas respecto de su opinión acerca de un personaje de la farándula? ¿Cuando Fernanda Iglesias sostiene que algo está bien y debe ser aprobado, acaso puede convencer a Guillermo Pardini?
En "Indomables", no hay diálogo porque se parte de bases distintas. Cada panelista da su opinión y se contenta con que su opinión sea oída, pero no espera convencer al otro. Parten de bases muy distintas, defienden cosas muy distintas. Esto es lo mismo que pasa en la sociedad pluralista donde hay infinidad de sectores (empresarios, sindicatos, ong, militares, comunidades religiosas, minorías sexuales, etc).
Al no haber parámetros objetivos que nos permitan afirmar que
hay algunos principios "mejores" que otros, no podemos nunca arribar a ninguna conclusión válida.
Por ejemplo, los que defienden el
aborto (en general) consideran que su libertad personal es tan amplia que conlleva la libre disposición de sus cuerpos (el niño está en el cuerpo de la madre). En cambio, los que están en contra del aborto sostienen (en su mayoría), que el niño tiene un derecho a la vida que es fundamental y no es suceptible de ser privado. Respecto a esta cuestión, encontramos una tensión entre dos derechos o principios: el derecho de la madre a disponer de su cuerpo y el derecho del niño a nacer.
La solución al conflicto es privilegiar un derecho sobre el otro. Los que están en contra del aborto privilegian el derecho del niño y los que lo defienden privilegian el derecho de la madre. La solución implica una valoración. Ahí está el meollo de la cuestión: valorar implica la sujeción a cierta objetividad, implica la sujeción a cierta realidad externa supra individual (Dios) que hoy negamos. Todos la niegan, ese es el éxito de la posmodernidad.
Si hubiese Dios, y por ende una realidad concreta en la cual todos estamos insertos, entonces, habría un
marco objetivo para determinar que derecho prevalece sobre el otro.
En el relativismo de la actual sociedad pluralista, las posiciones son tan dispares y carecen de un terreno común.
No hay acuerdos de ningún tipo, y esto es lo que imposibilita el diálogo. La única forma de resolver el conflicto del aborto es acudiendo al poder, y no a la razón. Nunca se podrá "demostrar" que unos tienen razón y otros no, ya que el sustrato ideológico lo impide, sólo resta apelar a la sofística.
Darío aportaba que no todos los debates son así de marxistas, haciendo referencia a que no todos los debates dividen tanto a las sociedades. Personalmente, pienso que
los debates que importan si lo son. Por otro lado, ¿alguien cree que es posible que la elección del nuevo rector de la UBA pueda dialogarse y no sea sólo un fenómeno de porder?
Evidentemente, un país es distinto a un programa de televisión. Mi propuesta es más bien un desafío: ¿Se puede pensar a la Argentina como un Indomables a gran escala? ¿La fecundidad del diálogo en Indomables, no es parecida a la fecundidad del diálogo en nuestra sociedad? Cuando Grondona hace Hora Clave y lleva a muchos invitados, ¿
alguna vez cede intelectualmente frente a sus opositores, o más bien todas sus "conclusiones" son sus opiniones personales? El cierre del "debate" que es el programa de Grondona, ¿no es la conclusión unilateral de cada uno de sus invitados y de él? ¿Alguna vez alguien vió en ese programa que dos personas que estaban en posiciones intelectuales divergentes hallan reconocido la "parcialidad" de su verdad y hallan arribado a una conclusión común?