sábado, 18 de diciembre de 2010

Después de Soldati

Los eventos de estos últimos días permiten vislumbrar un patrón bastante curioso aunque a primera leída parezca obvio de toda obviedad: a Cristina le va mucho mejor cuando es Cristina que cuando quiere ser como Néstor.

En la crisis de las tomas lo hemos visto con su actitud inicial, bien "nestorista", de cruzarse de brazos y tirarle el fardo a otro (Macri en este caso) para que cargue él solo con el costo del desastre; esta actitud le costó feo ante la opinión pública, sobre todo con el espectáculo patético de un discurso presidencial que hablaba de la Argentina como un Edén de tolerancia mientras en Soldati se mataban vecinos contra okupas.

Pero es algo que también vimos cuando se debatió el Presupuesto y ella jugó a la intransigencia absoluta en la superficie y a las coimas por debajo, lo que a pesar de las teorías conspiranoicas de que todo estuvo hecho para poder manejar los fondos a piacere, dejó instalada (como si no lo hubiera estado antes) la idea de que para el Congreso el kirchnerismo siempre tiene la Banelco.

Por otro lado, las cosas le salieron mucho mejor a Cristina cuando quiso diferenciarse de Néstor, sea con las negociaciones con el FMI, con la defensa a Estados Unidos frente a los payasos del circo bolivariano, con invitar a dirigentes opositores a sus actos (a pesar de aprovechar el protocolo para forrearlos a gusto sin que pudieran responder) o incluso con el gesto de crear un Ministerio de Seguridad, que podrá ser inútil y contraproducente en manos de Nilda Garré pero que representa una admisión de la existencia del problema de la inseguridad como no se había visto en todo el kirchnerato.

El gran problema es que Cristina parece más interesada en actuar como Néstor ante la primera amenaza que actuar como la propia Cristina, o por lo menos, lo que parece percibirse que es la conducta de "Cristina", que bien podría definirse como "cualquier cosa que haría este Gobierno pero que Néstor nunca lo hubiera hecho o permitido en vida".

Otro detallito: se dice que el Gobierno sólo se avino a negociar (y a recular) con la Ciudad después de que varios mandarines provinciales pejotistas (Gioja en San Juan, Insfrán en Formosa, etc.) alertaran sobre las consecuencias que lo de Villa Soldati estaba teniendo en sus distritos. De alguna manera no me lo imagino a Néstor reculando ante las presiones de los gobernadores si eso implicaba pactar con algún "enemigo" de su psicopatología. Podría llegar a pensarse que el balance de poder Nación-Gobernadores está un poquitín más equilibrado en favor de estos últimos, aunque la Rosada continúe haciendo uso y abuso de la Kaja.

También en los cambios en el Gabinete pueden notarse indicios de que Cristina no está en condiciones de hacer lo que se le cante. Es cierto que poner a Nilda Garré al frente de la Federal, de Gendarmería, de Prefectura y de la Aeroportuaria es un triunfo para el ala zurda y para el "verbitskismo" y una castración política para Caníbal Fernández.

Pero Caníbal sigue estando ahí en la Jefatura de Gabinete, y a Nilda no la reemplazó otro seguidor de Verbitsky en Defensa, sino un pollo de Julio De Vido como Arturo Puricelli (aunque le hayan puesto de viceministro a un garretista nato como Alfredo Forti); el ala "derecha" del Gobierno parece haber salvado la ropa bastante bien en la negociación.

En suma, el Gobierno está en manos de una persona que parece estar en condiciones de dar volantazos tardíos y necesarios pero que en los momentos complejos tiende a imitar (mal) el estilo del muerto, a la vez que le toca hacer equilibrio entre la afinidad ideológica de su ala izquierda, la conveniencia política de su ala derecha, la capacidad de presión de los gobernadores, y los espasmos pseudo-revolucionarios de las "organizaciones sociales", en lugar de forzarlos a todos como lo hacía el Eternéstor.

Los primeros escombros de la explosión post-muerte de Néstor empiezan a caer.

Y se va a poner más y más interesante, sobre todo después de la explosión del lumpenaje villero. Este país tiende a autodestruirse más o menos cada diez años... y ya pasaron nueve años desde la última inmolación nacional.

sábado, 11 de diciembre de 2010

Se terminó el duelo

Después de mucha especulación y sarasa sobre su aparente "cambio" y sobre los giros de estilo y de fondo tras el deceso del taita, ayer Cristina terminó de demostrar que todo sigue siendo exactamente igual, empezando por ella misma.

Ayer volvió la pedantería, volvió la prepotencia, volvió la negación autista de la realidad, volvió la ideologización pelotuda y conveniente a la vez, y volvió el cinismo criminal de desentenderse de todo con la esperanza de que los muertos reales y figurativos le caigan a un rival de turno. Y como si fuera poco, volvió con Hebe de Bonafini sentada a la derecha de la Viudita y con Estela de Carlotto a la izquierda, como edecanas berretas de este país que ama ser de cuarta.

Ayer se prendía fuego un parque de la mismísima Capital y el Gobierno nacional se dedicaba a lo que mejor sabe hacer: twittear pelotudeces y pasar la pelota.

Ya extrañaba a la Cristina de siempre, la verdad que el personaje de la viudita doliente me tenía un poco harto.

Lo más extraño de todo fue la manera casi perfecta en que el acto de ayer sirvió de microcosmos para el país que gobierna la neo-Chabela. Ayer la señora nos hizo escuchar a todos por cadena nacional otro discurso autista en el que afirma todo en la Argentina Nacional y Popular andaría pipí cucú, joya joya nunca taxi, de no ser por una conspiración sobre cuya existencia no arroja más que "pruebas" que insultan la inteligencia (la "coincidencia" de que todo esto pase en el tercer aniversario de la Cristiasunción), con una escenografía fingida y patética (o me van a decir que los nenes espontáneamente se acercaron a darle flores a la Viudita) y las mismas palabras vacías, mientras afuera el descontrol que su gobierno impulsa específicamente para cagarles la vida a los que no le caen bien (y de paso a unos cuantos más que caen en la volada) termina en escenas dignas de Black Hawk Down.

Lo verdaderamente triste son las conclusiones que tenemos que sacar de todo esto. Porque si al bochorno de tener un gobierno que dice que va a mantener el orden sólo cuando le parezca le sumamos lo que pasa en el norte con ese coronel boliviano que se mete a Salta a robar cuando se le da la gana, caemos en la conclusión de que estamos peor que si estuviéramos simplemente desguarnecidos: estamos a merced del capricho de unos cínicos de mierda que dejarían que nos matemos todos entre nosotros si con eso logran currar un día más.

Que la gente de Soldati haya entrado a prenderle fuego al rancherío de los okupas, o que los empresarios salteños anuncien que van a armar a sus empleados para que le den al coronel boliviano las balas que Gendarmería no le está disparando por sus incursiones, no debería sorprendernos ya que no tenemos Estado.

No, no existe el Estado: existe una mafia que hace clientelismo disfrazado de beneficencia y extorsión camuflada de gobierno, y que se cree competente para decidir cómo se tiene que ver el fóbal por televisión y qué porcentaje de "producción nacional" tiene que pasar la tele, pero que se niega a hacer valer el monopolio de la violencia que le concedimos única y exclusivamente para que nos proteja de la ley de la selva.

Eso sí, la solución a todo pasa por crear un nuevo Ministerio de Seguridad a cargo de Nilda Garré. No les envidio a los muchachos de la Policía Federal, de Gendarmería y de Prefectura lo que les espera, pero tampoco me dá lástima; ahí tienen la recompensa por siete años de servilismo y chupada de medias a los K por intermedio de Aníbal Fernández. De todas maneras no creo que Nilda la tenga tan fácil como lo hizo durante su paso por el Ministerio de Defensa, ya que en frente no va a tener a acomodaticios y cobardes como los jefes de Estado Mayor de las FF.AA.

Por cierto, asusta la bajísima prioridad que tiene la defensa nacional para esta gente, si se dan el lujo de descabezar el Ministerio y no anunciar quién va a calentar el sillón de Cabernet.

Lo dejo acá como una preguntita final: si el Estado no nos cuida de agresiones externas y se niega a mantener el orden, no tiene sentido preservarlo. Pierde su razón de ser. Todo lo demás, toda la caridad y la acción social, no es más que la beneficencia del mafioso, la pantalla de una barra brava disfrazada de Cáritas.

sábado, 4 de diciembre de 2010

Balanceando a Nilda

Hace bastante que no trato acá en La Bestia temas vinculados con la defensa nacional y con las FF.AA., y dado que estoy demasiado saturado del mediocre chiquitaje de la política vernácula, voy a desviarme hoy para volver sobre estos temas.

Vamos por partes. Algunas de las cosas que plantea el Ministerio de Defensa, tomadas en sí mismas y haciendo abstracción de todos los otros problemas sobre los que pienso hablar acá, son válidas. Créanme, hasta a mí me parece increíble escribir esto, y eso que antes los aturdía a todos ustedes con mis puteadas en "El Rinconcito de Nilda" de este blog.

Hace falta el planeamiento conjunto. Hace falta que exista una única instancia de decisión de la política militar. Hace falta revisar la doctrina y el armado jurídico de las FF.AA. para adaptarlos a lo que vivimos hoy en día. Hace falta que cada Fuerza Armada deje de gobernarse a sí misma y de gastar como le parezca (lo que equivale a malgastar) la magra porción del magro presupuesto militar que le toca. Hace falta que la inversión en defensa responda a un ciclo ordenado de planificación y decisión para asegurar que cada peso de lo poco que se asigna termine gastándose de la mejor manera posible.

Hasta ahí, vamos bien, y nobleza obliga, son cosas que no se habían encarado antes.

El tema es que hay una realidad que no se puede ignorar, un "elefante en la sala" que el Ministerio de Defensa ha elegido minimizar, sea por taras ideológicas de sus muy ideologizados referentes, sea por debilidad de Garré a la hora de reclamar tajadas de la torta presupuestaria, que es la situación material de las FF.AA. Poniéndolo en términos simples, casi todos los sistemas de armas existentes tienen entre 25 y 40 años de antigüedad, y por lo tanto o están cayéndose a pedazos y funcionando a base de parches y oraciones, o están tan desactualizados que dudosamente puedan cumplir con su propósito.

A esto el Ministerio reacciona haciendo de cuenta que no pasa nada, o aplicando medidas tan mínimas que parecen placebos: un petit contrato a la reestatizada Fábrica Militar de Aviones para media docena de aparatos por aquí, otro contratito para que INVAP fabrique un puñado de radares por acá, más prototipos de CITEDEF (ex CITEFA) y de la devidizada Fabricaciones Militares que nunca van a llegar a ser producidos en serie, anuncios de contratos y de proyectos que tienen más vueltas que un turista perdido en Parque Chas, compritas minúsculas de armas a Rusia y China que las FF.AA. no saben dónde meterse por cuestiones de logística y repuestos, y algún desvarío como el tema del submarino nuclear (primero quisiera que salgan del ex-Domecq García los submarinos que están: a) en obras desde hace años, b) abandonados a mitad de sus arreglos y c) inconclusos al 70%).

Mientras tanto el poco presupuesto que hay termina inevitablemente "reasignado" por obra y gracia de Aníbal, a la vez que se dan de baja equipos sin que se los reemplace al estilo de "ramal que para, ramal que cierra", al Irízar lo arreglan con la premura de un relojero suizo, a la fragata Libertad se le cagan los motores recién arreglados a mitad de la navegación y se llegan a paparruchadas como ejercicios de combate realizados con marcadoras de paintball. No mencionemos boludeces y picardías como ejercicios internacionales a los que no se puede concurrir porque Defensa se olvidó de mandar el pedido de autorización al Congreso y porque el Congreso se rascaba el pupo (ese sayo le cabe a unos cuantos), o la carne podrida en las bases antárticas.

Y después están las muertes. Demasiados muertos en demasiados accidentes aéreos en demasiados aviones que no tendrían que volar más.

En el período del 2001 al 2005 se podía entender la cuestión de que no había dinero para la defensa, pero en un país que se fuma casi mil millones en contratos de televisación para el fóbal y nosecuántos millones más en material ferroviario que está para el tacho de basura, por no hablar de las fangotadas que desaparecen en Planificación Federal y tantos otros pozos negros, la excusa se cae.

Y es una pena que algunas buenas iniciativas que han sido puestas en marcha en estos años queden desmerecidas por una situación material espantosa a la que se la ha querido paliar con curitas, un verdadero incendio al que combaten con dedales de agua sólo por negación mental o broncas de un pasado de viejos del que nadie tiene por qué estar orgulloso.

Nada lo sintetiza más que un episodio que presencié, en el que un dizque gurú ladrón de gallinas del Ministerio de Defensa (hoy caído en desgracia) cantaba loas a una audiencia cívico-militar acerca de por qué la Argentina estaba haciendo mejor las cosas en materia militar que, por ejemplo, Chile. El argumento del cleptómano avícola era que los chilenos compraban sin ton ni son mientras que acá estábamos desarrollando una doctrina sólida y efectiva y qué se yo que otra cosa.

Finalizada su exposición, al muy cretino se le animó un teniente coronel del Ejército que le dijo "Y si alguien se nos viene al humo así como estamos, ¿qué hacemos, les tiramos con la doctrina?". El chantapufi intentó mentir algo pero le salió muy mal. Igual que a Nilda, cuyos discursos al frente del Mindef son idénticos y dicen las mismas cosas: reformas, reescrituras de leyes y códigos, congresos, cursos, más cursos, e inauguraciones de jardines maternales.

Así nos va. Igual, a esta altura, prefiero que se quede ella. Siete años de kirchnerismo me han enseñado que cuando se saca a un ministro, es para poner a alguien peor.

Por cierto, justo hoy sale en La Nación una entrevista que le hicieron a la presidenta de Costa Rica a partir del problemita que están teniendo con sus vecinos nicaragüenses, que al parecer hicieron una incursión armada en territorio costarricense y todavía andan ahí muy orondos, sin darle bola a las quejas diplomáticas de Costa Rica o a las "gestiones" de la ONU y la OEA. Poco más puede hacer Costa Rica, ya que no tiene Fuerzas Armadas y ha hecho de la desmilitarización un fetiche de su identidad nacional.

Para muchos pajaritos de esta Argentina berreta a la que se le animan hasta coroneles bolivianos con ínfulas de Pancho Villa, lo de Costa Rica debería ser algo para tener en cuenta acerca de los riesgos que implica jugar a ser una aldea de elfos pacifistas en el mundo real.

lunes, 29 de noviembre de 2010

Estado de embole

El sábado pasado escribí un post pedorrísimo aún para los estándares que fervientemente mantengo desde hace cuatro años y medio acá en La Bestia, y si bien no es la primera vez que me encuentro tan seco de ideas que recurro a estos artilugios, creo que al menos tengo que explicar un poco el por qué de mi sequía.

Qué quieren que les diga, se trata de una cuestión de desgano. No hablo de un desgano procedente de la simple pachorra, de esos que nos hacen posponer horas, días o semanas lo que tenemos que hacer, sino otra clase de desgano anímico.

No pretendo que las sartas de cosas que escribo y subo los sábados vayan a cambiar el destino de este país y si llegara a tener por un segundo esa idea, ya estaría pidiendo un cuarto de paredes acolchadas en el Borda, pero la verdad es que nada te quita las esperanzas como ver cómo las cosas van de mal en peor, tanto en perversión como en banalidad, sin que a los perpetradores se les mueva un pelo de vergüenza y a los espectadores un pelo de indignación.

Y es siempre la misma historia; hay un atropello o un delito evidente, o una muestra de lo degradado que está este país, a nadie se le mueve un pelo salvo a algunos críticos que ya parece que lo hacen por fuerza de hábito, el resto del mundo sigue viendo Tinelli y así se queda todo hasta el siguiente. Los políticos siguen siendo iguales: delincuentes, incompetentes, caraduras y pijoteros, y lo demuestran cada día más, y todo sigue exactamente igual. A veces hago el esfuerzo de releer posts míos de hace dos o tres años y me encuentro leyendo cosas que escribí con la misma indignación y bronca de siempre sobre eventos que ya olvidé por completo.

Qué quieren que les diga, a veces aburre. A mí, ahora, me está aburriendo. Y no hay nada más desesperante que querer escribir algo cuando no se tiene la menor idea del tema. No es que piense dejar de escribir, al contrario, al menos es lo menos que uno puede hacer para mantener la cordura en un país que parece haber decidido colectivamente perder todo sentido de la razón.

Bueno, era eso nomás, pensé que merecían una explicación después de mi post inenarrablemente pelotudo del sábado. Espero que la próxima me encuentre un poco más despierto.

Saludos.

sábado, 27 de noviembre de 2010

Boludeces


¿Un mensaje de ultratumba, tal vez?



Ya sé, no es nada original y ni siquiera son cosas nuevas, pero no logro dar pie con bola hoy y la cabeza no me está andando bien, debe ser por el calor... en cuanto pueda escribir algo coherente, lo subo, pero hoy no va a ser ese día.


miércoles, 24 de noviembre de 2010

Reflexiones "depre"

Esto viene un poco demorado, ya que hubiera sido más apropiado postearlo después de los múltiples bochornos de las semanas pasadas en la Cámara de Diputados, de los que excluyo el soplamocos de Camaño a Kunkel; nunca en la historia argentina hubo un sopapo tan largamente demorado y tan apropiadamente aplicado a alguien tan merecedor del mismo.

A partir de comprobar cómo la oposición, que ya tenía serios problemas para encontrar su culo con un GPS y los mapas ruteros del ACA, parece desmoronarse tras la defunción de Nefástor, empiezo a pensar que eso fue lo mejor que nos podía pasar.

Si todo lo que tenía la oposición para mantenerse medianamente firme era el recelo hacia una persona y si lo único que hacía falta para que se viniera todo el armado abajo era la muerte de esa persona, tanto mejor para todos es que haya pasado cuando todavía falta cosa de un año para las elecciones. Imaginen lo que podría haber pasado si así como estaban antes del 27 de octubre llegaban al gobierno en 2011 (más por errores del oficialismo, porque lo que se dice méritos, la oposición dista de tenerlos) y se quedaban sin el cuco de Néstor gobernando desde las sombras.

Quién dice, hasta es posible que los muchachos de la oposición consigan juntar neuronas y armar algo medianamente coherente, aunque en lo personal me conformo con que dejen de dar lástima.

Quizás sea mi pesimismo cíclico, pero viendo el comportamiento de los pichones de dirigentes políticos que se ponen un traje de presidenciables que les queda muy grande, me viene a la memoria aquella famosa frase de 1897 con la que Lisandro de la Torre expresó su frustración con los opositores al roquismo: "Merecemos a Roca".

Me caben pocas dudas de que, de estar vivo hoy para ver a nuestra oposición, don Lisandro sentenciaría que merecemos a los Kirchner.

sábado, 20 de noviembre de 2010

Elecciones por jurados

El otro día me crucé con un artículo del satirista político norteamericano P. J. O'Rourke llamado "I Think We Lost the Election" ("Creo que perdimos la elección") en el que postula que quizás le haría bien a la democracia que los candidatos a cargos públicos, o por lo menos los precandidatos en primarias e internas, sean elegidos mediante un sistema de jurados, es decir, sorteados de entre la población general.

La nota en sí, que se las traduzco más o menos fielmente acá abajo, es satírica, claro está, pero tiene algunos puntos que valen la pena; el principal es el riesgo que representa el tener en el poder a gente a la que le gusta el poder, y que quizás lo mejor sería ser gobernados por gente que no tuviera interés alguno en la función pública.

Bueno, acá va, espero que la disfruten.

Creo que perdimos las elecciones el 2 de noviembre. Todas las contiendas fueron ganadas por políticos. Cierto, elegimos a algunos locos enojados. Esos son preferibles antes que los políticos comunes. Su enojo provoca honestidad, y su enfermedad mental impide que la honestidad se vea oscurecida por el encanto. También elegimos algunos políticos amateurs. Sin embargo, la política es como la vivisección: perturbadora como carrera y alarmante como hobby. Y tal vez hemos elegido a algunos políticos reticentes. Pero no lo bastante reticentes.

Habremos ganado una elección cuando todos los escaños en la Cámara y en el Senado y la silla detrás del escritorio en la Oficina Oval y todas las bancas de la Corte Suprema estén ocupados por personas que desearían no estar allí.

En un país libre el gobierno es una responsabilidad aburrida y costosa. Es una reunión entre padres y maestros. El maestro es un imbécil pomposo. Nuestro hijo es una molestia indolente. Sobrellevamos esta obligación social con agotadora reticencia. Y sólo lo hacemos porque el maestro (la autoridad política) merece miradas frías, preguntas difíciles y tal vez un despido, y porque el alumno (esa porción de la sociedad que, desgraciadamente, necesita ser gobernada) merece ser castigada sin televisión, con acceso supervisado a Internet y la mensualidad retenida.

Los funcionarios electos y designados de los Estados Unidos deberían anhelar el volver a sus vidas personales e intereses privados. Deberían sentirse abrumados por sus poderes, irritados por sus responsabilidades, y avergonzados por su prominencia ante el ojo de la sociedad. Cuando dicen que desearían pasar más tiempo con sus familias, deberían querer decirlo en serio.

¿Pero cómo podemos obtener una cofradía de ciudadanos valiosos que se estremezcan de infelicidad por sus honores y dignidades? Dado que la política tiene todavía más en común con la guerra que con la vivisección, podríamos reclutarlos. Esto funcionó bastante bien en la Segunda Guerra Mundial. Los miembros jóvenes y hábiles de la Generación Más Grande seleccionados al azar desempeñaron sus deberes de manera admirable. Claro que en Vietnam, no anduvo tan bien con los miembros de la subsiguiente Generación Notanbuena. O, debería decirse, funcionó bien para los nordvietnamitas.

Tal vez podríamos usar nuestras loterías estatales, que son populares. El gran ganador recibiría millones de dólares por escoger bien, y el gran perdedor recibiría una banca en el Senado por elegir mal. El problema es que la gente que juega a la lotería no es conocida precisamente por sus habilidades matemáticas.

De hecho, tenemos una solución a nuestros problemas y la hemos tenido desde hace décadas. Un jurado de nuestros padres es la institución más antigua de libertad política. Seamos gobernados por un jurado. Esto no es una solución rápida o infalible. Le tomó a un par de jurados algunos años para meter a O. J. Simpson en la cárcel. Pero los jurados trabajan lo bastante bien como para haber subsistido desde la época de la Carta Magna, mientras que las campañas políticas son más bien breves.

¿Serían mejores los jurados que los políticos? ¿Preferiría usted enfrentarse a una selección miscelánea de los perros de sus vecinos o a una jauría de Rottweilers criados durante generaciones para atacar la libertad y custodiar el privilegio?

Los miembros de un jurado serían menos experimentados que los actuales ocupantes de cargos públicos. ¿Pero qué experiencia que la gente común y corriente no haya tenido es necesaria para reconocer lo bueno y lo malo?

Los jurados serían ignorantes respecto de las cuestiones legislativas y regulativas. ¿Pero no lo somos todos? ¿Quién exactamente de entre todos los miembros del actual Congreso y de la Casa Blanca ha leído las 906 páginas de la Ley de Protección al Paciente y Cuidado Sostenible? Imaginen una audiencia en el Congreso en la que los legisladores se callaran y escucharan y realmente quisieran aprender algo.

Ciertos individuos en los jurados serían inocentes y fácilmente manipulables por intereses especiales. Podrían hasta ser ladrones. Esto ya ha pasado en Washington. ¿Pero quién es más peligroso como ladrón, el ladrón que sabe todo acerca de tus bienes y dónde los escondés o el ladrón que nunca ha estado en tu casa antes?

Por supuesto, no existen las reformas fáciles a un sistema político afianzado desde hace tiempo, excepto ésta. Los principios de la selección por jutados son lo bastante simples como para aplicarlos a la democracia representativa, al menos en lo que hace a nuestros funcionarios electos. No tendríamos que cambiar la Constitución, sino sólo los procesos de nominación de candidatos en los partidos Demócrata y Republicano, que ya son tan desastrosos que cualquier cambio acarreraría ínfimas controversias.

Hay un registro de jurados en cada distrito político. Llamemos a miembros de ese registro para tareas de jurado, es decir, de precandidato. Que los votantes en las primarias hagan de fiscales, abogados defensores y jueces, excusando a algunos y retirando a otros. Cuando el listado haya sido purgado hasta un tamaño razonable, entonces los votantes de la elección general elegirían al que quisieran. Nada impediría que los políticos comunes y corrientes se presenten por terceros partidos o campañas personales. Pero se los identificaría fácilmente por lo que son: políticos.

Entonces sabremos que ganamos una elección: sabremos que ganamos cuando cada candidato elegido comience su discurso de aceptación diciendo: "¡Oh, m---da!"

sábado, 13 de noviembre de 2010

Los escombros de Néstor

Si hay algo que queda claro a dos semanas de la entrada de Néstor Kirchner al Valhalla Nac&Pop, es que su muerte dinamitó el sistema político argentino y que todavía estamos esperando a que los escombros caigan para ver qué se mantiene y qué cambió.

Que estén haciendo patéticos intentos de armar un culto berreta a la personalidad de Néstor a través de ponerle su nombre a avenidas, obras públicas, edificios y torneos de fútbol indica una necesidad espantosa de mantener vivo al muerto, bien a tono con esa necrofilia tan argentina y peronista que tenemos.

Quizás sea porque la heredera del muerto no está haciendo un gran trabajo de mantener alineada a la tropa. Como se cansaron de decir por estos días, a Cristina no le interesa mucho el rosqueo político diario, no le da por ir con la libretita de Néstor a todas partes y lo suyo no es llamar a diputados y gobernadores para que se queden en la fila. Ella está para lo bello, para las cumbres internacionales, para darle cátedra a los países del G-20 sobre la importancia de diagnosticar correctamente las enfermedades económicas cuando su propio gobierno niega la existencia de la inflación.

Y se nota esa falta de interés, porque la tropa se le está retobando y desbandando. Para empezar, el hecho de que los ministros estén peleándose públicamente y desautorizándose los unos a los otros, cosa que era impensable en tiempos del Virolo que les hacía pedir permiso hasta para ir al baño. De no ser porque los que pagamos las consecuencias del debate somos aquellos a los que la plata cada día nos rinde menos, sería cómico ver a Boudou y a Aníbal Fernández peleándose por la existencia o no de la inflación y su impacto.

Ni hablar de cómo ya parece imposible contener los espasmos de nuestro Gansiller (me gustó ese título que le pusieron en El Opinador Compulsivo) Héctor Twitterman, que anda ahora de muchacho de unidad básica gritando "Andate Cobos la puta que te parió" y escribiendo "Para Cristina la reelección".

Después está el bochorno del debate presupuestario en Diputados. Seamos honestos y no nos hagamos los sorprendidos ante las acusaciones de que el Gobierno anda de shopping por el Congreso. Lo que sí nos tiene que sorprender es que ni siquiera el abuso de la Banelco les sirvió a los kirchneristas para hacer pasar uno de sus presupuestos dibujados que antes salían como por un tubo. Un traspié que indica que la máquina política del kirchnerismo está chirriando. Y naturalmente que chirría la máquina; tan antinatural y perversa era que sólo la podía hacer funcionar un tipo que terminó muriendo por el esfuerzo de mantenerla activa.

Ni hablemos de la oposición, que bastante le costaba encontrarse el culo con Google Earth cuando Néstor estaba vivo y que ahora parece haber tenido otra lobotomía más. Triste espectáculo el que dan jefes de bloque que no saben qué están haciendo sus diputados, el de esos mismos diputados que de pronto tienen urgencias médicas (me mató lo del peronista disidente Alfredo Atanasof diciendo que le había dado un ataque de afasia) o el de supuestos correligionarios que se echan en cara pactos de hace quince años. Así les va.

No es mucho lo que se puede decir y no es nada nuevo, pero es lo que hay. Los escombros siguen cayendo y todavía no sabemos dónde van a quedar.

sábado, 6 de noviembre de 2010

Las religiones políticas argentinas

En una columna publicada en el Buenos Aires Herald, James Neilson habla sobre la veneración necrofílica que los argentinos tenemos hacia los líderes que estiraron la pata, un fenómeno que ya hemos visto con Alfonsín, con Perón, con Yrigoyen e incluso con Rosas, y que en estos últimos días trató de ser recreado a raíz del deceso de Néstor Kirchner.

Me intrigó mucho el pasaje de la nota de Neilson en el que afirma que tan arraigada está la devoción por los muertos que los partidos políticos argentinos parecen por momentos ser cultos religiosos. Es una idea que encuentro interesante y que me parece que podría ser profundizada para entender por qué las cosas son como son en este país dejado de la mano de Dios.

Como mínimo, entender las ideologías políticas en la historia argentina como si fueran fenómenos religiosos ayudaría a explicar la ferocidad de las antinomias políticas, que acá tienden a ser vistas no como enfrentamientos de ideología sino como verdaderas cruzadas, y la tendencia del argentino a ver al rival político como un enemigo a aniquilar y no como un adversario. Después de todo, ¿qué creyente podría pensar en convivir con el seguidor de Satanás?

Convengamos también que la concepción religiosa de la política argentina explicaría también la deificación de los muertos y el énfasis que se hace en las presuntas cualidades personales de los muertos ("militancia", "pasión", "compromiso" y demás sarasa) por sobre la coherencia y las ideas. Neilson lo explica en su columna mucho mejor que lo que yo puedo hacerlo, así que les recomiendo su lectura.

Si esta teoría que acá presento de manera más o menos seria pudiera ser realmente comprobada, sería una lamentable y dolorosa muestra de que al menos en su visión de la política la Argentina es un país mucho más primitivo y violento de lo que queremos admitir. No puede haber otro final más que la violencia cuando vemos al contrario como un agente del demonio.

sábado, 30 de octubre de 2010

¿Y cómo sigue todo esto?

Murió Néstor Kirchner. Si alguien se imaginaba el miércoles a la mañana que iba a pasar eso, le recomiendo que juegue al Quini 6 porque la tiene más clara que cualquier otro argentino vivo.

Su muerte no me inspira la menor lástima. Sí siento lástima por Cristina, que ahora tiene que sobrellevar la viudez a la vez que se hace cargo del muerto que le dejó el muerto, y por los hijos que ahora son huérfanos de padre. A esa lástima, sin embargo, llego haciendo mucha abstracción de quiénes son ellos y de las cosas que han hecho.

En cuanto a Néstor, lo único que deseo es que con él se haya podido enterrar algo del odio que le inyectó a la sociedad argentina durante los siete años de su reinado, o que por lo menos con él haya muerto la fuente de ese odio.

Pero al fin y al cabo, Kirchner ya está dos metros bajo tierra. Ahora, para los que quedamos vivos en el país que él construyó, nos toca pensar qué es lo que viene ahora.

Partamos de una base: con Kirchner no sólo murió un ex presidente casado con la actual primera mandataria, sino también la cabeza formal del partido gobernante y el centro alrededor del cual giraba todo el aparato de poder, negocios y extorsión que controla el país.

Cabría pensar que Cristina heredaría la conducción de ese aparato de poder, pero esa suposición se torna dudosa cuando tenemos en cuenta que muchos de los miembros de ese aparato lo son solamente a causa de la relación y de los negocios que mantenían con el muerto, y que había entre varios de ellos diferencias irreconciliables que sólo Kirchner podía neutralizar en el marco de su "proyecto".

Resumiendo: el aparato era de Kirchner y sólo Kirchner lo podía hacer funcionar. Hay muchas razones para poner en duda las habilidades y astucia de Cristina para mantener intacto un andamiaje contradictorio en el que conviven los burócratas sindicales de la CGT y los barones territoriales con las figuritas del montonerismo y de la transversalidad. Además Cristina no puede cortarse sola porque "el cristinismo" no existe. Lo que tenga para hacer, sólo lo podrá hacer en la medida en que ponga a su servicio el engendro político creado por el muerto.

No hablemos por ahora de especulaciones sobre luchas de poder en el entorno de la Isabelita 2.0, que son más que factibles ahora que el Gran Disciplinador cantó para el carnero y pensemos en los rumbos que podría tomar ella.

Un rumbo podría ser el de una "sciolización" del gobierno, en el sentido de que Cristina haga suyos aquellos atributos que por alguna razón son asociados con el invertebrado que dice que gobierna la provincia de Buenos Aires: mesura, conciliación, diálogo y el resto de la sarasa. Una "sciolización" del gobierno implicaría minimizar o cerrar algunos de los conflictos inútiles iniciados por el muerto, un acercamiento y una baja de la tensión política y la eyección de gurkhas impresentables como Poronga Moreno.

Difícil que pase; Cristina es demasiado orgullosa como para pegar semejante volantazo y más ahora que cualquier "claudicación" va a ser tomada como una traición a los ideales y al legado de Nefástor. Y cualquier cosa que agigante la imagen de Scioli va a ser para muchos dentro del universo K la prueba final de que el manco motonauta está esperando el momento para clavarle el puñal por la espalda a la viudita.

El segundo camino es el de la "moyanización", es decir, que Cristina se recueste en el último gran sector que parece responderle de manera más o menos monolítica: la burocracia cegetista. Hablaríamos de más desvaríos legislativos de papá Recalde impulsados por la Rosada, más liturgia fachoperonista de los '50, etc. Sería el sueño húmedo de un Moyano que por alguna razón que sólo él conoce se ve a sí mismo como un pichón de Lula argento.

También es difícil que pase; como bien dijo Lanata, Hugo Moyano es "el enemigo en casa" y un tremendo piantavotos en aquellos sectores que Cristina quisiera de su lado por más que de la boca pa'fuera haga como que le provocan asquito. Ni hablar de que un impulso a la bulimia de poder de Moyano encendería las alarmas en los otros socios de la coalición K: los burócratas partidarios, los barones territoriales, los empresarios amigotes del modelo y los pajaritos de la izquierda que se tragan cualquier sapo a la espera de una recompensa progre del Gobierno.

El tercer rumbo, que quizá resulte ser el elegido, sea la "kirchnerización": apelar lo más posible a la memoria e imagen del difunto, rodear a Cristina de un microclima bien patagónico y Nac&Pop que dé instrucciones para "fortalecer el modelo" e intentar seguir como si nada hubiera pasado, con la ilusión de que la inercia política mantenga todas las piezas del inmanejable rompecabezas K en su lugar.

Un párrafo final para las especulaciones de que la muerte de Nefástor va a hacer que la nueva Chabela repunte en las encuestas como le pasó a Ricardito Alfonsín tras la muerte de Raúl. Aunque ese efecto puede darse y muy probablemente sea así, hay que tener en cuenta dos importantísimas diferencias entre Cristina y el hijo de Raúl.

La primera es que Ricardito es un simple diputado mientras que Cristina es la Presidente, por lo que Ricardito puede sentarse e ir acumulando ese prestigio sin que la gestión del día a día se lo vaya desgastando. Y la segunda es que Ricardito es en gran medida una hoja en blanco para la opinión pública, mientras que desgraciadamente conocemos demasiado bien a la viudita.

Tarde o temprano ese prestigio labrado en base a la pena y a la compasión por su viudez va a tener que chocar contra la realidad y en mayor o menor medida va a salir abollado. Y si los análisis que dicen que en el ya extinto matrimonio presidencial era el muerto el que tenía pragmatismo y que no le hacía asco a la ingesta de sapos mientras que Cristina era la fanática de los principios, vamos a ver más temprano que tarde cómo ella va a chocar de frente contra algún aspecto de la realidad.

Sea lo que sea que pase, lo que viene va a ser interesante.

Compren pochoclo y hasta la próxima.

miércoles, 27 de octubre de 2010

Sic transit gloria mundi


Pero Dios le dijo: ”Insensato, esta misma noche vas a morir, ¿Y para quién será lo que has amontonado?”

Evangelio según San Lucas, capítulo 12, versículo 20.

martes, 26 de octubre de 2010

Interludio musical (26/10/2010)


Algo distinto como para variar de tanta amargura y puteada.

El tema al son del cual bailan las fuentes del video se llama "Baba Yetu" y su letra es una traducción del "Padre Nuestro" al swahili; esta versión fue originalmente compuesta para la banda de sonido del juego de estrategia "Civilization IV".

¿Por qué lo puse acá? Porque me hace sentir bien.

Espero que les haya gustado y hasta la próxima.

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sábado, 23 de octubre de 2010

Presidencia turística

Ella vive en otro planeta. Me convencí por completo de eso cuando leía las declaraciones de Nuestra Presidenta tras la muerte de Mariano Ferreira.

Ella habla desde la tribuna, discursea dos veces al día, twittea por ahí con un desparpajo y una caradurez increíble. Casi pareciera, si uno lee lo que pasan por ser sus declaraciones, que Cristina Kirchner anda de turista y de comentarista de la realidad.

Las cosas les resbalan, son asunto de otros, nunca de ellos. Si mueren cotidianamente personas a causa de la delincuencia, es porque los medios la exageran y porque los chorros son producto de la década menemista.

Si un grupo de patoteros sindicales matan a un partidario de izquierda a tiros en lo que no debería haber sido más que una protesta gremial común y corriente (aclarando que en el caso de la Argentina dichas protestas ya son una farsa), entonces es que "algunos" ya tienen "el muerto que querían".

Que los sindicalistas, empezando por Moyano, anden de dueños del país, que la Policía no pueda intervenir en una sacrosanta protesta social porque se la coman cruda y que ya sea parte del paisaje que la mafia político-sindical del kirchnerismo se sirve de los animales de las barras bravas, son cosas que le resbalan a la Twittera en Jefe.

Total, se arregla todo con una andanada de acusaciones a Magnetto, al campo y a Cobos en dosis de 140 caracteres, una movilización de La Cámpora o de D'Elía "reclamando justicia" como si en la Rosada estuviera el virrey Sobremonte y alguna otra pedorrienta campaña de difamaciones insostenibles repetidas por 6, 7, 8, los medios del Grupo Szpolski y los cibermilitantes rentados de la Pingüinósfera.

Van a ver, en un par de días esto se va al tacho con el resto de las evidencias de lo corrompida, embrutecida y decadente que está la República Ubicada al Sur de Bolivia y Cristina Kirchner va a poder volver a su rutina de inaugurar buzones en Villa Entusiasmada y recitar cifras que "nunca en la historia argentina" se habían visto.

sábado, 16 de octubre de 2010

No me banco el Twitter

Tal vez sea yo que ya estoy sintiendo un viejazo prematuro, pero la verdad que no le puedo encontrar la menor utilidad o sentido al Twitter. Sé que hay gente que le encanta y me alegro por ellos, pero yo no puedo.

Llegué a armarme una cuenta, pero tanto me aburrió que terminé por olvidarme la contraseña. Quizá sea porque no tengo la paciencia o la voluntad para sostener publicaciones regulares (Dios sabe que eso me pasa acá en La Bestia), o tal vez porque no le veo el sentido a andar cada dos por tres subiendo 140 caracteres sobre cualquier cosa.

Sea como sea, si antes pensaba que podía llegar a haber alguna utilidad para el Twitter, ahora que parece haberse convertido en el medio de comunicación favorito de la clase política argenta, me parece una completa pérdida de tiempo.

¿Cuándo fue la última vez que algún político dijo algo importante por Twitter? Hagamos de cuenta que no tenemos una banda de cretinos en el gobierno y pensemos en el hecho de que lo que un funcionario de gobierno dice tiene un peso importante en una sociedad. La palabra de un ministro, de un gobernador, de un presidente, tiene un impacto que no puede ignorarse, y precisamente por eso debe ser cuidada y empleada únicamente cuando es necesario.

Es precisamente por eso que el Twitter es desastroso para la política y para la sociedad: hace que sea barato y fácil para nuestros "dirigentes" abrir la boca sobre lo que se les dé la gana. Antes, por lo menos, tenían que hacerlo en vivo y en directo, dando la cara ante la prensa o ante el público y exponiéndose; ahora lo hacen desde la comodidad de su casa o despacho, o peor aún, pagándole a alguien para que ponga palabras en sus bocas.

Es así que llegamos a las imbecilidades que dice rutinariamente la Presidenta, sea para llamar "piratas for ever" a los británicos en medio de una controversia diplomática o para usar el rescate de los mineros en Chile como excusa para basurear una vez más a todos los que ella odia, o a las animaladas de seres como el canciller Timerman o Caníbal Fernández.

Pero hagamos abstracción de la política; cada vez que la palabra "Twitter" aparece en los medios es porque dos o más personas entraron en una discusión digna de viejas gritonas, puteándose y contestándose las puteadas por 140 caracteres. El Twitter es la digitalización del puterío.

Qué se yo, es mi opinión nomás.

sábado, 9 de octubre de 2010

Por amor al capitalismo

El siguiente texto es una versión traducida al castellano que un lector hizo de un artículo original del sitio "Doctor Zero", que alguna vez he comentado acá. Se los dejo porque vale la pena y porque algunas de sus posturas (que marco en negrita) son provocativas, en particular para los que crecimos con el habitual discurso argento.

El Socialismo siempre parece tener una ventaja de difusión sobre el capitalismo. Esto no es sorprendente, porque el socialismo es una noción profundamente romántica: Un sueño peligrosamente seductor de prosperidad en función de la justicia, en el que los sabios redistribuyen las ganancias de los malvados para así cuidar de los necesitados. Las promesas del socialismo son tan tentadoras que cualquier cuestionamiento sobre su pobre performance es rechazado como grosero. Es una filosofía infantil, y, como cualquier niño equivocado, recibe un caudal ilimitado de perdón y segundas oportunidades.

El capitalismo raramente goza de tan maravillosa publicidad. Para el académico parece vulgar, mientras que el político halaga a sus votantes prometiéndoles que podrán elevarse por encima del burdo materialismo… poniendo las preocupaciones materiales en manos de los políticos. En verdad el capitalismo es el cincel que la gente libre usa para tallar sus sueños de la piedra de la historia. Sin él, somos “libres” solo para suplicar por el botín del Estado, y quejarnos cuando falla en la entrega. La Libertad es solo una teoría cuando carece de un medio práctico de expresión. La libertad de expresión sin propiedad nos deja haciendo garabatos en la arena en vez de tallar nuestra voluntad en piedra.

Deberíamos ser más vigorosos en declarar nuestro amor por el capitalismo. Debería ser un amor maduro, nacido del respeto por su poder y su virtud, no un romance embelesado. Por ejemplo, deberíamos agradecer que el capitalismo es despiadado. Podría parecer extraño el celebrar semejante cualidad, pero es la razón por la cual no hemos estado subsidiando la producción de látigos para carruajes de caballos o ampollas de vacío por décadas. Librado a su propia dinámica, el libre mercado no gasta energía apuntalando la producción de bienes no deseados solo por razones sentimentales… o porque los productores de dichos bienes tienen el suficiente poder político para extraer subsidios del bolsillo del público.

Deberíamos también agradecer que el capitalismo no tenga corazón. El sentimentalismo es costoso, especialmente cuando los impuestos de otros son usados para pagar por él. El gobierno acorde a la ley de una vasta nación requiere fría lógica y obediencia férrea a la disciplina constitucional. Los programas insostenibles desangrándonos en ruina fiscal fueron vendidos a los votantes usando atractivos emocionales. Los arquitectos del estado de derechos adquiridos no usan niños para sus campañas porque quieran que evalúes cuidadosamente sus propuestas.

La emoción es una terrible guía para la asignación de recursos. La herramienta esencial para atacar desastres o pobreza es la riqueza, que es creada por transacciones entre los ciudadanos. El dinero es la herramienta que hace nuestro tiempo valioso a los demás. Una nación rica puede darse el lujo de velar por los desafortunados y desarrollar bienes que hagan mejor la vida de todos. La “desalmada” eficiencia del capitalismo es la mejor manera de coordinar nuestras capacidades y recursos, produciendo la fuente de valor que a todos nos nutre.

El capitalismo merece alabanzas por ser despiadado. Uno de los fundamentales delirios de la Izquierda es creer que la creación de riqueza es fácil. Muchos políticos no han administrado jamás un emprendimiento económico en el sector privado. No aprecian cuanto duro esfuerzo toma construir una empresa rentable, o cuantas decisiones difíciles deben tomarse a lo largo del camino. La habilidad de aislarse a si mismos de la responsabilidad es una de las habilidades primarias de la clase política. La capacidad para desprender dicha aislación es un atributo clave en la administración de empresas exitosa. Las difíciles batallas de empresa dejan algunos competidores rotos en el campo, pero producen incontables victorias para los consumidores.

El capitalismo debería ser venerado por su caos. Los mercados son iluminados por el genio fortuito de competidores libres para apostar a millones de soluciones. La mohosa ideología del estatismo no está a la altura de semejante poder. Una economía politizada no puede ser genial porque encuentra demasiadas alternativas impensables. No puede inspirar progreso, porque trabaja hacia atrás desde las conclusiones de la ideología. Cuando el Estado nacionaliza una industria declara a un producto “por encima” del mezquino negocio… y un bien que no es transable pierde su valor. El socialista destruye el valor declarando que algo es “gratis”. No hay ninguna razón para esperar crecimiento en medio de esa destrucción bestial del valor.

Finalmente, el capitalismo debería ser apreciado por su ambición, que el socialismo falsamente clasifica como “codicia”. Codicia implica tomar riquezas de otros. Eso es lo que los socialistas hacen… y no debería escapar a la vista que los personajes más importantes en un gobierno socialista llevan estilos de vida de gran lujo, aun cuando gobiernan naciones atrapadas en la pobreza más desesperada.

La ambición es hambre de posibilidades, compartido por trabajadores de todo nivel y titanes de la industria por igual. Somos ricos cuando un banquete de posibilidades es servido ante nosotros. El Estado omnipresente representa la disolución de la posibilidad. Está definido por lo que le dice al pueblo que debe hacer, o lo que no puede hacer. Impuestos compulsivos, cobrados para financiar beneficios obligatorios, reducen tus opciones para invertir el resultado de tu trabajo. El Gobierno dilapidador que te impuso el ObamaCare está destruyendo el valor de tu tiempo. Nuestros hijos tendrán magras posibilidades en un futuro de deuda aplastante y derechos adquiridos en decadencia, en el que recibirán órdenes sobre qué es lo que deben consumir… y qué pueden esperar de sus vidas.

El espíritu de la libertad habita el duro, confuso, glorioso cuerpo del capitalismo. Jamás deberíamos permitirnos sentirnos culpables por él, pedir disculpas por él, o compararlo con la seductora ilusión proyectada sobre la lamentable realidad del socialismo. La prosperidad es un destino alcanzado solamente por hombres y mujeres libres, actuando de común acuerdo. A lo único que nos podemos obligar mutuamente es a ser pobres.
Hasta la próxima

sábado, 2 de octubre de 2010

Un país sociópata

Cuando uno analiza en profundidad todo lo que salió mal para que el choque de Villa Guillermina saliera como saliera, no se puede evitar volver a comprobar que la seguridad en la Argentina es una casualidad que se mantiene siempre y cuando la desidia no alcance masa crítica.

Cuando uno analiza en profundidad lo que realmente significa que un gobierno ignore a gusto y piacere las sentencias judiciales, de la Corte Suprema para abajo, no se puede evitar volver a comprobar que en la Argentina la ley es de cumplimiento voluntario, y que la voluntad de cumplir depende de lo que me guste o no lo decidido, no de cualquier sentido innato de la justicia o algo por el estilo.

Y entonces queda claro que la cuestión no pasa por si el Congreso sanciona una buena ley o un mamarracho, sino por algo mucho más básico y elemental: el hecho de que el argentino promedio carece de cualquier interés significativo por sus semejantes que le permita vivir en una sociedad moderna.

No hablo acá de la "solidaridad" que tanto se menea a la hora de conseguir un mangazo. Hablo de algo mucho más elemental, hablo de que es imposible vivir en una sociedad en la que sus integrantes no comprendan que sus acciones pueden afectar a otros o que las normas son necesarias para la convivencia civilizada.

Sacada del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, acá les dejo la definición de "trastorno antisocial de la personalidad", más conocido como "sociopatía":

Un patrón general de desprecio y violación de los derechos de los demás que se presenta desde la edad de 15 años, como lo indican tres (o más) de los siguientes ítems:

  1. fracaso para adaptarse a las normas sociales en lo que respecta al comportamiento legal, como lo indica el perpetrar repetidamente actos que son motivo de detención
  2. deshonestidad, indicada por mentir repetidamente, utilizar un alias, estafar a otros para obtener un beneficio personal o por placer
  3. impulsividad o incapacidad para planificar el futuro
  4. irritabilidad y agresividad, indicados por peleas físicas repetidas o agresiones
  5. despreocupación imprudente por su seguridad o la de los demás
  6. irresponsabilidad persistente, indicada por la incapacidad de mantener un trabajo con constancia o de hacerse cargo de obligaciones económicas
  7. falta de remordimientos, como lo indica la indiferencia o la justificación del haber dañado, maltratado o robado a otros

¿Les suena parecido a algun país que conocen?

Lo que pasa en la Argentina no se soluciona eligiendo a un buen presidente o votando buenos senadores y diputados. No se soluciona con la Constitución más maravillosa que pueda escribir el ser humano. No se soluciona con las leyes más perfectas e inspiradas en los ejemplos más exitosos del mundo.

Nada de eso sirve mientras en la base del inconsciente colectivo argentino exista esa sociopatía de base que nos lleva a ignorar al otro y a las normas de convivencia. La Argentina no necesita legisladores, necesita psiquiatras.

Va a costar mucho revertir eso, si es que todavía se puede.

sábado, 25 de septiembre de 2010

Juegos realistas

No estoy con ganas de hablar de política hoy. Llámenlo como quieran, pero el enfermo ambiente político local no me motiva.

Cambiando de tema, no sé qué tanto sean de su agrado, pero por mi parte uno de mis géneros favoritos en materia de juegos electrónicos es el de los juegos de estrategia.

A pesar de lo mucho que se ha avanzado en materia de realismo (para alegría de los fanáticos y para horror de los antibelicistas), es necesario destacar que todavía falta mucho para que un juego pueda reproducir con exactitud y de manera fidedigna las múltiples facetas de la guerra moderna.

El siguiente artículo humorístico, del que reproduzco apenas los puntos que más me llamaron la atención, es una guía para avanzar en el realismo de los videojuegos, y si alguno de ustedes es seguidor del género de la estrategia, bueno... como para pensarlo un poco.

I want a war sim ...

1. ... where I spend two hours pushing across a map to destroy a "nuclear missile silo," only to find out after the fact that it was just a missile-themed orphanage. I want little celebrities to show up on the scene and do interviews over video of charred teddy bears, decrying my unilateral attack. I want congressional hearings demanding answers to these atrocities.

2. On the very next level I want to lose half of my units because another "orphanage" turned out to be an enemy ambush site. I want another round of hearings asking why I didn't level that orphanage as soon as I saw it, including tearful testimony from a slain soldier's daughter who is now, ironically, an orphan.

(...)

7. I want my Mission Objectives to change every 30 seconds, without anyone letting me know. I want little talking heads to pop up on my screen--commanders, politicians, allies, military intelligence--each giving me different sets of victory parameters, all of them conflicting and many of them written in bullshit ass-covering doublespeak.

(...)

9. I want a super-cool custom-weapons lab where I can design mech armor for my infantry with wicked acid-tipped missiles and guns that shoot spiders. Then I want to watch as 100 men are cooked alive in the desert because of a defect in the internal air conditioning units that shorted due to condensation in the fusion coils and insufficient insulation in the wiring units bypassing the laser reactor core, due to the contractor's decision to use over-the-counter components instead of the military-grade ones mandated in Subsection 12:94A, Paragraph B of the Military Weapons Platform Procurement Act of 3013, a document that is 14,724 pages long and contains some 81,301 loopholes that allow congressmen to bypass component testing and funnel lucrative military contracts to cut-rate suppliers from their home districts at the peak of every election cycle.

(...)

13. I want factions. Not a simple aliens vs. humans or Russians vs. Americans war orgy. I want to share the map with powerful forces who are not friend or foe or anything else, a news media, private corporations, asshole allies and friendly enemies, everyone jockeying for their own interests and me unable to bend over at any moment without turning my codpiece around first. I want a France.

14. I want fat, left-wing documentarians carefully editing the only the most incriminating footage, countered only by low-IQ country music singers crooning my praises while in American flag-colored cowboy hats.

(...)

17. In my Public Support Meter display, let me find out that the news media has run, in the same magazine, one story blasting us for going to war for minerals and another story blasting us for not acting on the continuing mineral shortage back home. There should also be simultaneous stories about the outrageous expense of the war effort, and another about how the troops are under-funded and under-equipped. Set it so that I somehow lose public-support points with each story.

(...)

19. Now, beating the game will depend on how I play to Ivy League politicians who think a gun is something you hang over your mantlepiece to be occasionally dusted by the maid in your Connecticut summer home. And, when it comes to that point in the game where this panel demands the truth (and says they're "entitled" to the truth) I want a little drop-down menu that will let me tell them that they, in fact, can't handle the truth.

With a couple of clicks (or maybe a hotkey), I'll tell them that we live in a world that has walls and that those walls have to be guarded by men with guns. I will tell them that I have a greater responsibility than they can possibly fathom. They weep for mistreated prisoners and curse the military. They have that luxury. They have the luxury of not knowing what I know, that the naked human pyramid and homoerotic torture, while tragic, probably saved lives. And my existence, while grotesque and incomprehensible to them, saves lives.

I'll tell them that they don't want the truth, because deep down, in places they don't talk about at parties, they want me on that wall. They need me on that wall. I'll tell them that I have neither the time nor the inclination to explain myself to men who rise and sleep under the blanket of the very freedom I provide, then question the manner in which I provide it.

I'd rather they just said "thank you" and went on their way. Otherwise, I'd suggest they pick up a weapon and stand a post. Either way, I don't give a damn what they think they're entitled to.

(...)

sábado, 18 de septiembre de 2010

La justicia social

Cuando no se tiene nada bueno para decir, a veces vale la pena poner palabras de otros.

Es por eso que este sábado, que vengo un poco a los tumbos, les voy a dejar un texto pobremente traducido por mí acerca del concepto de "justicia social". El original en inglés, de Thomas Sowell, es sencillo, rápido y clarito, y lo pueden encontrar acá.

El filósofo del siglo XVII Thomas Hobbes dijo que las palabras son las fichas de los sabios y el dinero de los tontos.

Esto es tan dolorosamente cierto hoy como lo fue hace cuatro siglos. Usar las palabras como vehículos para tratar de expresar lo que se quiere decir es muy diferente de tomar las palabras de manera tan literal que las palabras usan y confunden.

(...)

Si se revisan los hechos en lugar de confiar en las palabras, descubriremos que las leyes de "control de armas" no controlan las armas, el gasto gubernamental de "estímulo" no estimula la economía y que muchas políticas "compasivas" infligen resultados crueles (...).

¿Sabe usted cuántos millones de personas murieron en la guerra "para hacer que el mundo fuera más seguro para la democracia", una guerra que hizo que las dinastías autocráticas fueran reemplazadas por dictaduras totalitarias que masacraron a mucha mayor cantidad de su población que aquellas dinastías?

Las palabras y frases cálidas y suaves tienen una enorme ventaja en la política. Ninguna ha tenido tanta trayectoria de éxito político como "justicia social".

La idea no puede ser refutada porque no tiene un significado específico. Luchar contra ella sería como tratar de golpear a la niebla. No sorprende entonces que la "justicia social" haya sido un éxito político por más de un siglo y lo siga siendo todavía.

Aunque la expresión no tiene un significado definido, sí tiene connotaciones poderosamente emotivas. Hay una fuerte sensación de que no sólo no está bien, sino que es injusto, que algunas personas estén mucho mejor que otras.

Justificar, aún en el uso que se le da al término en la imprenta y la carpintería, significa alinear una cosa con otra. ¿Pero cuál es el estándar al que creemos que deben ser alineados los ingresos u otros beneficios?

¿Acaso se supone que la persona que pasó años en la escuela perdiendo el tiempo, exagerando o peleando, y por lo tanto malgastando los miles de dólares que los contribuyentes gastaron en su educación, deba terminar con ingresos alineados con los de la persona que pasó esos mismos años estudiando para adquirir conocimiento y habilidades que luego serían valiosas para sí mismo y para la sociedad en general?

Algunos promotores de la "justicia social" argumentan que lo que es fundamentalmente injusto es que una persona nazca en circunstancias que hagan que las posibilidades de esa persona en la vida sean radicalmente diferentes de las que tienen otros, aunque eso no sea error de uno ni mérito de los demás.

Tal vez la persona que desperdició las oportunidades educativas que tuvo y desarrolló comportamientos autodestructivos hubiera sido distinta de haber nacido en un hogar distinto o en una comunidad diferente.

Desde luego, eso sería más justo. Pero ya no estaríamos hablando de justicia "social", a menos que creamos que es culpa de la sociedad que distintas familias y comunidades tengan distintos valores y prioridades, y que la sociedad puede "resolver" ese "problema".

Tampoco la pobreza o la falta de educación pueden explicar dichas diferencias. Hay individuos que fueron criados por padres que eran tanto pobres como sin educación, pero que pudieron impulsar a sus hijos a conseguir la educación que los mismos padres no tuvieron. Muchos individuos y grupos no estarían donde están hoy de no haber ocurrido esto.

Toda clase de eventos fortuitos, con información, personas o circunstancias particulares, han significado eventos decisivos en las vidas de muchos individuos, sea para éxito o para el fracaso.

Ninguna de estas cosas es igual o pueden ser hechas iguales. Si esto es una injusticia, entonces no es una injusticia "social" porque está más allá del poder de la sociedad.

Se puede hablar o actuar como si la sociedad fuera tanto omnisciente como omnipotente. Pero hacer eso sería dejar que las palabras se conviertan, en palabras de Thomas Hobbes, en "el dinero de los tontos".

sábado, 11 de septiembre de 2010

The Second Coming

Pensando un poco en el desquicio generalizado en el que vivimos todos los días acá en la Argentina me acordé de un poema que había leído en cierta oportunidad, llamado "The Second Coming", del irlandés William Butler Yeats.

No sé qué les parezca, pero se me hace curiosamente adecuado (en especial la primera estrofa) para describir lo que por momentos se siente al vivir en estos tiempos, la sensación de locura, de tribulación, de marcha imparable hacia un caos que todavía no puede imaginarse.

Turning and turning in the widening gyre
The falcon cannot hear the falconer;
Things fall apart; the centre cannot hold;
Mere anarchy is loosed upon the world,
The blood-dimmed tide is loosed, and everywhere
The ceremony of innocence is drowned;
The best lack all conviction, while the worst
Are full of passionate intensity.

Surely some revelation is at hand;
Surely the Second Coming is at hand.
The Second Coming! Hardly are those words out
When a vast image out of Spiritus Mundi
Troubles my sight: a waste of desert sand;
A shape with lion body and the head of a man,
A gaze blank and pitiless as the sun,
Is moving its slow thighs, while all about it
Wind shadows of the indignant desert birds.
The darkness drops again but now I know
That twenty centuries of stony sleep
Were vexed to nightmare by a rocking cradle,
And what rough beast, its hour come round at last,
Slouches towards Bethlehem to be born?

Y en castilla:

Girando sin cesar en la espira creciente
el halcón ha dejado de oír al halconero;
todo se desmorona; el centro se doblega;
arrecia sobre el mundo la anarquía,
arrecia la marea rebosante de sangre, y en todas partes
la ceremonia de la inocencia es anegada;
los mejores carecen de toda convicción, mientras que los peores
están llenos de brío apasionado.

Sin duda una revelación es inminente;
sin duda la Segunda Venida es inminente.
¡La Segunda Venida! Apenas digo estas palabras
cuando una vasta imagen del Spiritus Mundi
perturba mi visión: oculta en las arenas del desierto
una forma con cuerpo de león y cabeza de hombre,
de pupilas vacías y crueles como el sol,
mueve sus lentos muslos, mientras en torno fluyen
las sombras indignadas de las aves del yermo.
Cae de nuevo la oscuridad;
pero ahora sé que veinte siglos de pétreo sueño
fueron mortificados hasta la pesadilla por el mecerse de una cuna,
¿y qué bestia escabrosa, llegada al fin su hora,
se arrastra hacia Belén para nacer?

Hasta la próxima.

sábado, 4 de septiembre de 2010

Un post de pseudofilosofía política, si les parece.

Todo sistema político surge de una respuesta a la pregunta de "¿quien debe ejercer el poder?". A lo largo de la historia se han provisto infinidad de respuestas de acuerdo a las necesidades y realidades concretas de cada sociedad y grupo humano, dando así origen al sistema político por el cual se rigieron.

Pero todos estos sistemas, sin excepción, cayeron víctimas de una realidad inexorable: con el paso del tiempo, el poder dejó de estar en manos de aquellos que cumplían aquel criterio por el cual se fundó el sistema político para quedar en manos de aquellos que mejor supieron "aprovechar" las reglas de juego. Es casi una realidad inevitable que con el paso del tiempo, quienes prosperan en el gobierno de las sociedades no son los que encarnan los principios y valores, sino los aprovechadores más habilidosos.

Esto se parece mucho a la llamada "Ley de hierro de la oligarquía", formulada por el sociólogo alemán Robert Michels a finales del siglo XIX, que dice que toda organización, sin importar lo democrática o autocrática que haya sido en sus orígenes, inevitablemente se convertirá en una oligarquía debido a la necesidad indispensable del liderazgo, al surgimiento de grupos de intereses y a la pasividad de los dirigidos.

Así, las monarquías que en un pasado remoto habían sido construidas alrededor de los líderes tribales, y las aristocracias fundadas en base a la "nobleza de espada" feudal que proveía protección militar, degeneraron hasta convertirse en regímenes dominados por inútiles endogámicos surgidos de alianzas matrimoniales e intrigas desconectadas de la realidad, llegando a un epítome de incompetencia que la Revolución Francesa se ocupó de decapitar.

Los regímenes comunistas, creados con el propósito declarado de liberar a las masas oprimidas por el capitalismo, inevitablemente perdían su fervor revolucionario con el paso del tiempo y con la retirada (voluntaria, natural o forzada) de los cuadros revolucionarios originales. En su lugar, el poder quedaba en manos de los burócratas del partido, que podían no tener el menor fervor ideológico pero que sí sabían cómo manejar los resortes de una compleja estructura de control social.

¿Por qué habríamos de creer que las democracias occidentales son diferentes? Al amparo de las tendencias de los siglos XVIII, XIX y XX, la democracia postula que el poder debe estar en manos de representantes elegidos por el pueblo, que a su vez debe juzgar sobre la habilidad y la capacidad de sus representantes para gobernar los asuntos públicos.

Veamos cualquier sistema medianamente identificado con los principios democráticos y encontraremos que en casi todos el poder está en manos de políticos profesionales: gente que muy probablemente no tenga la menor idea de cómo se hacen las cosas en el mundo real porque se dedicaron toda su vida a cultivar los saberes necesarios para ser políticos: la retórica (en sentido amplio), la demagogia, el mantenimiento de la imagen pública, el intercambio de favores, etcétera.

Esa clase de gente, que en Argentina suelen ser hijos de un transatlántico completo de putas, es la gente que triunfa en la política porque así lo demanda la propia política. Las reglas de juego originales fueron aprovechadas por aquellos que sabían cómo cumplirlas (o no siempre) al pie de la regla ignorando por completo cualquier carga valorativa que pudieran tener.

En vez de quejarnos de que tenemos "malos políticos" y que todo se resolvería si vinieran "buenos políticos", mejor tendríamos que darnos cuenta que estos son los únicos políticos que pueden triunfar en el sistema.

sábado, 28 de agosto de 2010

Una semana para el olvido

Esta debe haber sido una semana para el olvido para la Parejita de Olivos, sus asociados, sus cómplices y sus quemados después de varios días de optimismo inflado.

La pelea absurda y gratuita que se armó por Fibertel ya tomó visos de papelón cuando quedó en evidencia que muchas de las "más de 300 compañías" que al Gobierno tanto le gusta presentar como alternativas, o no prestan servicios de banda ancha o directamente de Internet, o están colgadas de las redes de Arnet y Speedy. Y ya se cobró su primer fracaso en los tribunales con la orden de un juez marplatense que mandó mantener el servicio en funcionamiento en idénticas condiciones.

El galardón al mayor papelón de la semana, sin embargo, va para la presentación en cadena nacional de la "verdad" sobre Papel Prensa, que en la práctica fue una farsa de una hora y media en donde la Presidenta, entre otras cosas, habló de la condición de testaferro como si fuera algo legítimo y encomiable (incluso abrazando la teoría de que cuando el testaferro es "evidente" la sucesión corresponde al heredero del presunto dueño real), pifió fechas y nombres, y se embrolló con una versión de la historia tan delirante y absurda que hasta sus propias presuntas víctimas la desmienten.

Fueron tantos los huecos que dejó el verso de Cristina que todavía hay lugar para más. ¿O no resulta curioso que la Presidenta esté tan a favor de los derechos de una familia que compró acciones de la fábrica con guita mejicaneada del rescate percibido por un grupo terrorista para liberar secuestrados?

Tan mal les salió el tiro que la casta empresarial argenta, colectivo cagón si lo hay en este país, no quiso formar parte de la festichola del martes a la noche a pesar de los aprietes del impresentable de Moreno. Sin mencionar que el progresariato argento sintió por primera vez lo que todos veníamos diciendo desde 2003: que los Kirchner usaban los "derechos humanos" como preservativo. Realmente, escuchar a Jorge Lanata diciendo "me tienen harto con la dictadura" o a Ernesto Tenenbaum espantado porque "si hacen esto con los sobrevivientes de la dictadura, qué límite van a tener", fue altamente reconfortante.

Y encima para algo que no debe haber sido lo que querían hacer, porque semejante escenario y fanfarria ameritaba una medida bien dura como la estatización directa. El recule que tuvieron que hacer pudo haber tenido que ver con el viajecito de urgencia que Twitterman hizo a Washington el día antes de la presentación del informe; baste imaginar la bronca que debe sentir Néstor si la marcha atrás fue forzada por Estados Unidos. Algo de eso se coló en la reacción infantil de Twitterman de decir "estamos preocupados por la libertad de prensa en EE.UU".

Por el momento el tan cacareado "repunte" quedó tapado por las torpezas oficialistas, el reagrupamiento táctico (porque uno estratégico sería demasiado para pedirle a esos chorlitos) de los dirigentes opositores, y el ridículo en el que cayó la Presidenta con su lamentable discurso. Es hasta triste que la buena imagen de los Kirchner se venga abajo con sólo abrir la boca.

Hay que ver ahora cómo reacciona Nefástor ante este compilado de lo que más odia: el fracaso en sus planes, el recule ante obstáculos insalvables y la rebelión de los que antes se arrastraban ante él. Por ahora, están empezando con el apriete a Cablevisión, pero habrá que ver si no es sólo el primer paso de lo que Néstor habrá concebido durante el episodio de colon irritable que le dejó esta semanita.

Es que en el fondo, sus peores enemigos son ellos mismos.

sábado, 21 de agosto de 2010

¡Patria o Banda Ancha!

La última de los Kirchner, la de agarrársela con una proveedora de servicios de Internet, puede ser una jugada demasiado costosa para ellos a cambio de un beneficio discutible.

Para empezar, está el tema de la cantidad de votos potenciales que se pierden, no sólo entre los usuarios que pagan las conexiones sino entre sus allegados. Está bien que no es un ejemplo válido porque somos antikirchneristas rabiosos, pero consideren el caso de mi propia familia: sirviéndose de la conexión de Fibertel que tenemos hay seis personas, de las que cinco somos mayores de edad y por lo tanto votantes. Pongamos un promedio de tres votantes por conexión, de los que una gran cantidad serán aquellos que son indecisos o que tienen simpatías kirchneristas tenues y muy dependientes del humor cotidiano.

A diferencia de otros atropellos del gobierno como los de la ley de medios o la estatización de las jubilaciones, le va a ser imposible al kirchnerismo lograr que la ciudadanía disocie la medida de las consecuencias. Después de todo, la jubilación es algo demasiado lejano en el tiempo y las consecuencias de la ley de medios parecían algo nebuloso y lejano, más propio de fantasías paranoicas.

En cambio, si se sostiene esta payasada las consecuencias se vuelven inmediatas: noventa días de trámites furiosos para engancharse a otro proveedor, que va a estar colapsado por los pedidos, con la posibilidad muy certera de días, semanas o incluso meses antes de retomar la conexión.

Les aseguro que ninguno de los cientos de miles de pobres diablos que van a estar con el culo en la silla y el dedo marcando los números de Arnet y de Speedy para que vengan a instalar la conexión de emergencia que pidió tres semanas antes va a agradecerle al Gobierno por su lucha contra los monopolios o siquiera puteando a Magnetto, sino que se va a acordar de Néstor y de su mamá en las formas más coloridas posibles.

Además, no hay cómo escaparle a los paralelismos chavistas de cerrar grandes empresas y cagarles la vida a innumerables tipos de a pie porque sí. Por más argumentos pseudolegales que le quieran encontrar a este último capricho (y que los ciberkakas repiten hasta el hartazgo en todos los foros y blogs que pueden agarrar), no hay forma de esconder que se trata de una decisión tomada dentro de la guerra entre Néstor y Clarín o incluso dentro de la patología kirchnerista de arremeter contra todo lo que no piensa como la Parejita quiere.

Ni hablar de que esta vez no se puede colocar esta decisión como una acción contra un "otro" identificable y capaz de ser destruido en la opinión pública. El universo de usuarios de Fibertel abarca desde chicos hasta viejos, de Ushuaia a La Quiaca y desde el Aconcagua hasta Buenos Aires, gente de todas las clases sociales, ocupaciones e ideologías. Y aunque se diga que la medida va contra Clarín, cuesta identificar al grupo como el objetivo cuando los que se joden son otros muchos que nada tienen que ver con la pelea. Va a ser difícil vender "Patria o Banda Ancha" como una pelea viable para la sociedad.

Si fuera más cínico de lo que soy, les agradecería enormemente a los Kirchner por haber brindado un ejemplo claro y patente de arbitrariedad de corte estatista con respaldo legal casi inexistente y que representa un perjuicio inmediato para un segmento importante de la población tan universal y diverso que no puede ser enmarcado como un "otro" distintivo (y por tanto atacable), y que puede ser catalogado como ataque a la libertad de expresión.

Es casi como si los Kirchner no pudieran evitar mandarse cagadas de esta magnitud en los momentos en que la suerte parece sonreírles.

sábado, 14 de agosto de 2010

La constitución real

Después de leer cómo los barrabravas exigieron que se los incorporara a los clubes como "acomodadores de estadios", me acordé de algo que en su momento estudié en la facultad.

Ferdinand Lassalle fue un político socialista de la Prusia del siglo XIX que en uno de sus trabajos se decidió a investigar la relación entre lo que aparece en las normas constitucionales y la realidad política que se vivía entonces. De ese trabajo, llamado "¿Qué es una Constitución?" sale el siguiente pasaje:

"Los problemas constitucionales no son, primariamente, problemas de derecho, sino de poder; la verdadera Constitución de un país sólo reside en los factores reales y efectivos de poder que en ese país rigen; y las Constituciones escritas no tienen valor ni son duraderas más que cuando dan expresión fiel a los factores de poder imperantes en la realidad social; (...)"

Lassalle no hizo más que formular claramente lo que hoy nos parece obvio y evidente: que por debajo de todas las constituciones y leyes que pueda haber, las sociedades son gobernadas en realidad por las relaciones de poder que existen entre sus diversos grupos y corporaciones. De eso, Lassalle deriva que cuando un sistema político tiene problemas institucionales no se trata necesariamente de que esas instituciones estén mal diseñadas o que se trate de una cuestión legislativa, sino de que las instituciones no reflejan los factores de poder que existen en una sociedad.

Algún incauto que quiera estudiar el sistema político argentino comenzará agarrando una copia de la Constitución. Dicho incauto verá que nuestra Ley Fundamental tiene un preámbulo, ciento treinta artículos (incluyendo dos que tienen el mismo número) y diecisiete disposiciones transitorias; que de ella se deriva que la Argentina tiene un sistema "republicano, representativo y federal" de gobierno, en el que el Estado central tiene una esfera de competencias y los sujetos de la federación (las provincias y la Ciudad Autónoma) tienen autonomía y competencias propias; que se trata de un sistema político presidencialista con un Congreso bicameral y un Poder Judicial compuesto por una Corte Suprema y los tribunales inferiores que el Congreso establezca, bla, bla, bla.

Los que estamos acá sabemos que lo que dice la Constitución es el verso más hermoso de la historia argentina. El "federalismo argento" consiste en que los gobernadores reciban una tajada de la rapiña mientras les dan instrucciones desde la Rosada hasta sobre el color que tienen que tener los buzones; el presidente es un dictador por tiempo limitado y eso cuando se lo puede limitar en el tiempo; el Congreso no tiene más poder que el que el presidente quiere dejarle... ya conocen cómo sigue todo esto.

El poder territorial del país ya no es el de las provincias sino el de los caciques que pueden aportar votos cautivos. Nuestros "representantes del pueblo" no tienen nada que hacer frente a los capangas de toda especie, en particular la sindical. Nuestro "monopolio de la fuerza legítima" está más en manos de las bandas de matones (llámense piqueteros, barrabravas, mano de obra desocupada, etc) que en las fuerzas policiales y militares. La Justicia se limita a vender su conocimiento del derecho al mejor postor y a fallar de acuerdo al soplo del viento. El sistema institucional de la Argentina es una farsa que ya no guarda ninguna relación con la forma verdadera en que el país se gobierna.

En términos de Lassalle, ¿el pésimo funcionamiento de nuestras instituciones es un "problema de derecho" o se trata de que no dan "expresión fiel" de los factores de poder reales de nuestra sociedad? Me inclino a creer que es la segunda opción.

Si tuviéramos que hacer un ejercicio de imaginación para seguir el consejo de Lassalle y adaptar la constitución "formal" del país a la "real", ¿qué tendríamos que hacer?

En este vuelo de fantasía, haría que el Senado represente a los distintos patrones territoriales del país de acuerdo con la cantidad de votos que puedan arrear. Digamos que los 72 caciques que más votos consigan digitar se convertirían en senadores o podrían nombrar testaferros si no quieren largar sus sedes comunales... en fin, la idea sería que nuestra Cámara Alta se convierta en la expresión política de los verdaderos dirigentes territoriales del país según el único criterio que cuenta: el poder clientelista.

Con la Cámara de Diputados haría algo parecido a lo que hizo Mussolini y la convertiría en una "Cámara de las Corporaciones". Por ejemplo, la tercera parte de las bancas sería para los sindicatos y se distribuiría entre ellos de acuerdo a la cantidad de afiliados registrados en el censo, otra tercera parte sería para los partidos políticos a ser distribuida según los votos cosechados por los patrones del Senado y agrupados de acuerdo al "espacio político" del que formen parte, y la tercera parte restante iría para nuestros "capitanes de la industria nacional" a ser repartida según el valor neto de sus empresas.

La elección del Presidente puede bien ser dejada a una especie de "colegio electoral" de cada una de las corporaciones antes mencionadas, que elegirán en alguna reunión secreta y bien turbia. A la Justicia la podemos convertir formalmente en una subasta de sentencias en donde las partes ofrezcan mayores cantidades de dinero o, si la solución de la plata da asquito, podemos dar el paso superador de convertir a las organizaciones de derechos humanos en el nuevo Poder Judicial.

Por último, reemplacemos los impuestos por la formalización de las coimas, comisiones, peajes y demás mecanismos de recaudación actualmente ilegales, y convirtamos a las barrabravas en las policías locales y a los piqueteros en las Fuerzas Armadas. De cualquier manera, va a ser mucho más genuino que lo que mantenemos hoy en día.

En fin, delirios al margen, creo que lo más sano para nuestro país sería sincerarnos.

sábado, 7 de agosto de 2010

Alberdi

Sacando algunos anacronismos, lo que sigue es como si Alberdi hubiera abierto el diario hoy. El sayo de lo que dice el padre de la Constitución, que no sé por qué todavía no tiene su rostro en un billete, nos cabe a muchos.

"Nosotros sabemos bien que nuestras ideas son incompletas y pasadas, que, como en todo hay un progreso indefinido, todos los conocimientos humanos han debido hacer y han hecho progresos de que nosotros estamos ignorantes. Pero ¿han dado ustedes bastantes pruebas de que están al cabo de estos conocimientos? ¿Están ustedes ciertos de que no hacen lo que esos niños de Rousseau, que ven construir un edificio y se creen arquitectos, oyen tocar la caja y se creen generales? Ustedes leen lo que escribe Lerminier, y se inflan de orgullo, exactamente como esos negros que se llenan de vanidad porque sus amos van cubiertos de oro.

"¿A qué se reduce el saber decantado de ustedes sino a un saber de plagiarios y copistas? Hablan de emancipación, de libertad inteligente, y no tienen una idea que les sea propia; hablan de originalidad, y no son sino trompetas serviles de los nuevos escritores franceses; arrojan corriendo sus propias creencias, en el momento que ven otras contrarias en los nuevos escritores: libres del pasado, esclavos del presente, libertos de Aristóteles, siervos de Lerminier: se ríen de el Maestro lo dijo, de la edad media, mientras que no avanzan un juicio, sin tener un nombre a mano, cobardes que en vez de armas buscan escudos: insolentes como los niños y las mujeres cuando un poder extraño protege su impotencia. Hablan de filosofía y profanan este nombre aplicándole a una pueril chicana de desatinos propios, y medias verdades ajenas. Hablan de historia, y no conocen la de su país. Hablan de religión, y no profesan sino la del amor propio. Hablan del cristianismo, y han estudiado teología por el Citador. Hablan de economía, y se quedarían mudos si se les pidiese una noción del banco, del crédito, del impuesto, de la renta. Hablan de enciclopedia, y prescinden de la mitad de la ciencia humana, a punto de no saber ni afligirse de saber, ni acordarse de que existen ciencias físicas y naturales, cálculo, astronomía; hablan de filosofía y no saben leer el griego. Hablan de legislación, y no conocen ni las leyes de su país: incapaces en todo saber de aplicación, en todo procedimiento positivo, de que Cicerón, esta cabeza inmensa, hacía su primer título de gloria.

"¿Qué harían ustedes si el día menos pensado se viesen llamados a redactar un código para el país? Yo bien sé lo que harían: conozco bastante la resolución de ustedes para prestarse corriendo. ¿A qué? A redactar lugares comunes, en frases nuevas. Aquí está el fuerte de ustedes: la frase, y no tienen más. La frase es toda la ambición, toda la gloria, toda la ciencia de ustedes. Generación de frases, y nada más que de frases; época de frases, reforma de frases, cambio de frases, progreso de frases, porvenir de frases. El porvenir es nuestro, dicen ustedes. ¿Y la llave? Es el estilo, contestan con Victor Hugo, de quien poseen la manía de las frases, sin tener su genio ni su frase. Hombres de estilo, en todo el sentido de la palabra: estilo de caminar, estilo de vestir, estilo de escribir, estilo de hablar, estilo de pensar, estilo en todo y nada más que estilo: he ahí la vocación, la tendencia de la joven generación, el estilo, la forma: hombres de forma, forma de hombres.

"Hablan como hombres, y no son sino niños; hablan como patriotas, y no son sino esclavos; hablan de nacionalidad, y son el egoísmo encarnado; hablan de humanidad, y la palabra patria no se les cae de la boca; decantan desprendimiento, y venderían diez veces al amigo que les mordiese una frase. Enseñan el dogma del desinterés, del sacrificio, y sacrificarían la patria a su envidia, a su orgullo, a su vanidad, a su amor propio, únicos móviles de todos sus actos. Predican solidaridad y asociación, y se venden y burlan los unos de los otros; insultan a la generación pasada, y se asocian con ella para reírse de ustedes mismos; prescriben la moral en la política, y su íntima conducta no es sino intriga y chicana; proclaman igualdad, y se hacen llamar merced; gritan democracia, y tienen asco de los pobres; adulan por delante y asesinan de atrás, y todavía hablan a boca llena de camaleonismo. ¡Hipócritas débiles, llenos de grandeza en la boca y de flojedad en las manos!

"Ahí tienen ustedes la joven generación, la gran generación, la esperanza, el porvenir de la patria, como ella misma se dice modestamente. Ahí tienen ustedes los hombres que ya no hacen caso, que tienen en menos, que han echado en olvido a los gigantes de Mayo. Ven laureles sobre sus cabezas, y como esos niños soberbios, hijos de los ricos, se infatúan y desprecian a los mismos que los han conquistado y adornado con ellos sus cabezas ineptas. A la edad en que sus padres habían levantado una cruzada inmortal, no cuentan todavía con un solo progreso público que les sea propio, no han hecho nada todavía: si los conocen en el mundo es porque son hijos de los grandes de Mayo: su gloria es un reflejo de la gloria de sus padres.

"Y no se alucinen con la idea de que todavía son niños. El primer Sol de Mayo se levantó sobre una generación de veinticinco años. De la edad de ustedes, ya sus padres habían concebido el pensamiento cuya grandeza todavía ustedes no han comenzado a calcular.

"Desengáñense ustedes, mis amigos: hasta el día de hoy, la joven generación presente, a la faz de la joven generación pasada, es pigmea y enana; como si los hijos de los fuertes, por esa generalidad que parece fatal, estuviesen condenados a nacer raquíticos. Y reparen ustedes que yo solo comparo la juventud de ambas generaciones, porque la comparación total de su valor específico fuera imposible entre una generación que ya no es nada porque ha consumado su misión, y otra que no es nada aún porque no ha comenzado la suya.

"Y si ustedes desean saber lo que tienen que hacer por esta patria que tanto cacarean, tengan la gratitud de ocuparse con más frecuencia de los trabajos que ella debe a los que los han precedido. Los hombres que tienen sangre en las mejillas no duermen de zozobra cuando se ven llamados a reemplazar a los gigantes. Porque la ley del progreso les impone el deber de ser dos veces más gigantes. Pero sepan que los gigantes de la patria no son los gigantes de la retórica. La patria quiere grandes hombres, no grandes vocingleros. Y nada de más heterogéneo que la vocinglería y la grandeza. La grandeza se prueba por la fecundidad, por la actividad, por los hechos. La grandeza es Napoleón, César, Alejandro, especulación y acción, inteligencia y materia, cabeza y brazos, palabra y espada."

"La generación presente a la faz de la generación pasada", Juan Bautista Alberdi
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